dijous, 17 de gener del 2013

Pedro Guirao Carbonero.

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Quiero darles las gracias por acogerme en este grupo. Mi razón de solicitarlo es que, imagino, muchos de ustedes estarán o estaremos en el mismo caso. En el mío, un tio-abuelo, nacido en Andalucía -yo resido en Murcia- que terminada la guerra pudo pasar a Francia, acabó en un campo nazi... Nunca supimos más de él hasta que publicada la Ley de Memoria Histórica, gracias a informaciones divulgadas primero por la Consejería de Justicia de Andalucía y después por algunos investigadores privados, pudimos saber, al menos, que murió en el complejo de Mauthausen-Gusen y la que suponemos sea fecha aproximada o cierta, motivo suficiente para que no se comunicara ni nada supiésemos durante 66 años. Decir que la Ley será mejor o peor que nada, supongo que de algo sirve y a la vez, que no sé si es bueno, de algunos padeceres quita y algunos descansos da, pero no es, ni de lejos algo humanamente justo. No puedo olvidar los años en que preguntaba por "aquel señor de la foto" y nadie me contestaba, ni puedo olvidar cuando, a punto de morir mi último abuelo, a los 95 años, en 1995, le tuve que decir "o me lo cuentas tú o lo que sea se perderá para siempre" y así poder conseguir, supongo que no me mentiría en su lecho de muerte, ya tenía yo 32 años, mujer y dos hijos, como en otras ocasiones me mintió. Y naturalmente no fue solo eso, sino el saber que, hay seres huanos envueltos en esta nube oscura que no tienen de esta sociedad ni siquiera el descanso que se le da a un animal. Que este pais deja mucho que desear en muchos aspectos, creo que todos lo sabemos más hoy que nunca, al menos en esta época llamada democrática, pero da pena ver cómo la falta de memoria, en todo, absolutamente todo, nos pone cada vez que quiere al borde del abismo. Yo no tengo a un señor, a un apellido, a una familia siquiera a la que poder preguntar un por qué. Otros me cosnta que la tienen y tampoco lo hacen, pero en mi caso, en que los hechos definitivos, aunque tuvieron su origen aquí como tods sabemos, se produjeran lejos y de la mano de extranjeros y en medio de otra guerra -no me sirve de consuelo ninguna de las dos cosas- no me da siguiera una oportunidad de elegir si preguntaría o no, luego nadie me puede acusar de ser el más rencoroso, ni el que más quiere cambiar el resultado de una guerra, ni el que más odio o más fervor tenga por ninguna causa, pero, quizá precisamente por eso, porque si no tengo a quien preguntar, no tengo quien me pregunte, lo comprendo menos. Hoy la injusticia ni con la Ley se supera, pero este pais siempre fue hijo de leyes hechas para no cumplirse y la prueba nos asalta a diario. Pero nosotros tenemos que seguirla cumpliendo, no por hacerlo que nadie hace, sino por respeto a nuestros muertos, a su descanso y no al nuestro. Y ellos, desde que lucharon por las que fueran sus ideas, por la necesidad, por la voluntad o por el azar, con el fusil, con la pluma, con el trabajo diario, sabían que se la jugaban y se la jugaron. Nosotros tal vez lo necesitamos, pero con todo el respeto del mundo a todos y cada uno de ellos, d eustedes y de quienes comparten esta situación, no quieren descansar en cualquier cementerio a culaquier precio. Y a ciertos precios, a los mismos que les llevaron a la muerte, no accederían por descansar más acá o más allá. Pero otra cosa es saber, conocer y tener la frente alta para que nadie te la pueda agachar y eso por ellos y por nosotros sigue pendiente, para los de antes y los de después. Y no olvidar en un pueblo que olvida es casi que volverse a señalar, pero si ha de hacerse por quienes lo que todos sabemos nos quisieron evitar, que no lo lograrn por lo que la historia cuenta que es mucho y por lo que guarda que es más, no es motivo ni de deshonra alguna sino de honor y mucho. Así que, quienes niegan lo que humanamente es innegable, por sí mismos se califican y por sus actos la historia les juzgará como en todo el mundo, menos tristemente aquí, les juzga ya. Mi apoyo, mi consideración, mi enhorabuena por su lucha, mi ánimo para continuar, en lo que pueda también mi ayuda y con permiso de vivos y muertos... ¡VIVA LA LIBERTAD QUE TAN POCO HA GOZADO ESPAÑA!

La fotografía que sigue es de mi tio abuelo, Pedro Guirao Carbonero, don Pedro si me lo permiten, natural de Puebla de Don Fadrique, Provincia de Granada, con su uniforme de Infantería de la República Española.