dilluns, 17 de juny del 2013

El exilio español y la escuela popular mexicana. Valentina Cantón


http://www.correodelmaestro.com/anteriores/1999/junio/2anteaula37.htm

 

Correo del Maestro Núm.37, junio 1999

El exilio español y la escuela popular mexicana

Valentina Cantón

Un apunte del maestro Antonio Ballesteros Usano .

El 12 de junio de 1939 y a bordo del barco Sinaia, atracado en costas mexicanas, se escribió un texto breve pero muy elocuente sobre la Escuela popular mexicana. Las condiciones de excepción que rodearon a esta escritura y a su autor, don Antonio Ballesteros Usano, hacen interesante realizar su relectura, así como, recuperar los motivos y las circunstancias que determinaron el exilio en México de este maestro —y de muchos otros— para reconocer la obra que desarrolló en nuestro país.

El exilio y sus motivos

Como consecuencia del estallamiento de la Guerra Civil Española, en julio de 1936, se produjo la inmigración en México de un amplio número de exiliados. Muchos de ellos, llegados en los primeros meses y años del conflicto, buscaban amparo mientras la guerra se resolvía pero los más, los que arribaron al finalizar la guerra, requerían del refugio indispensable para proteger sus vidas y las de sus familias, puestas en peligro por el triunfo de las tropas rebeldes y la pérdida definitiva de la España Republicana.
Los maestros Antonio Ballesteros Usano y Emilia Elías de Ballesteros,1939.
Este grupo de exiliados, provenientes de diversas regiones de España y de distintos signos políticos (los había republicanos, anarquistas, socialistas y comunistas) llevan el nombre genérico de “exilio republicano” por su filiación directa con el llamado Frente Popular, frente amplio de izquierdas, a partir de cuyo triunfo electoral en febrero de 1936 se establece el gobierno de la Segunda República Española, proclamada en abril de 1931.1 El número de exiliados, más cercanamente llamados ‘refugiados’, que llegó a México se estima en un promedio de 25 mil, aún cuando existen cálculos que varían entre los 14 mil y los 40 mil.2 Estas variaciones se deben, en parte, a que dicho ‘exilio’ no llegó junto y de una sola vez. Los primeros en llegar fueron los llamados Niños de Morelia,3 un grupo de 454 niños a los que el gobierno mexicano dio ayuda, a través de su Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo Español, con la intención de alejarlos de la guerra y devolverlos a España en cuanto ésta terminara.
Los Niños de Morelia a su arribo a México, 1939.
Este primer grupo llegó a México en los primeros días de junio del año 1937, cuando la guerra llevaba sólo un año de los tres que duraría y el amplio apoyo militar prestado por Hitler y Mussolini al general Francisco Franco, jefe de las fuerzas golpistas, no representaba aún un apoyo determinante para alcanzar la victoria nacionalista, definida hasta el primer trimestre de 1939.
Para esta fecha, la España republicana estaba ya estrangulada por las tropas nacionalistas rebeldes, no quedando más salida para los vencidos que el cruce por los Pirineos hacia la indiferente, cuando no hostil, Francia. En ella los refugiados fueron internados en diversos campos de concentración hasta lograr su salida hacia otros países, especialmente la urss y México, país este último cuyo gobierno, a cargo del Presidente Lázaro Cárdenas, se distinguió en el concierto internacional por su permanente apoyo y su lealtad al gobierno republicano y a sus defensores.4
Así, en junio del año 1939 con la salida del barco Sinaia del puerto francés Sète con destino al puerto mexicano de Veracruz, se inició la diáspora masiva española con el primer contingente fuerte, cerca de mil quinientos desterrados. Muchos más les siguieron, a bordo de barcos como elIpanema, el Mexique (en el que dos años antes habían llegado los Niños de Morelia), el Nyasa o elChamplain. Hasta que, en 1942 estas expediciones masivas fueron suspendidas —contra la voluntad del gobierno mexicano— pues a consecuencia de la guerra extendida en Europa, Alemania e Italia amenazaban el tránsito por el Mar Mediterráneo de los refugiados europeos que huían del fascismo y nazismo. Grupos pequeños de exiliados siguieron llegando a México hasta el año de 1947.
La presencia del exilio español en nuestro país ha sido ampliamente reconocida, haciéndose mención generalmente a la aportación cultural de un grupo importante de intelectuales —muchos de ellos invitados por el gobierno mexicano a venir, desde el año de 1938, como profesores invitados, en lo que se resolvía el conflicto armado. Entre ellos se encuentran filósofos, poetas, escritores, pintores, médicos, ingenieros, en fin, profesionistas y artistas de alta calidad algunos formados en España y otros cuya formación terminó o fue realizada prácticamente en México. Mucho se ha dicho ya de ellos y de su aportación en los centros de enseñanza de nivel superior y de investigación científica y humanística como la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional y el Colegio de México, centro de investigación y formación fundado en julio de 1938 originalmente bajo el nombre de Casa de España.5
Sin embargo, poco se ha estudiado o al menos no de manera sistemática, acerca de la presencia de otros grupos de trabajadores que también se integraron al país que los recibió y dieron a él su trabajo, su oficio, sus conocimientos y sus convicciones. Tal es el caso de losmaestros de escuela, esos educadores comunes y corrientes, pedagogos o profesionistas dedicados a la educación básica. Si bien, en estricto sentido podríamos decir de estos maestros que eran trabajadores intelectuales, su inserción en la sociedad mexicana tuvo una naturaleza mucho más específica al definirse como maestros o maestros formadores de maestros.

Una historia de solidaridad y ayuda

Por fin, el viaje había terminado. Era el 12 de junio de 1939 y nuestro barco, el “ Sinaia”, había atracado en el puerto de Veracruz. Un mes había transcurrido desde nuestra salida de los campos de concentración en Francia. El viaje había sido amable gracias a los cuidados de la esposa del embajador de México que era una señora fuerte, alegre y animosa, y a los muchos maestros —exiliados como nosotros— que durante el viaje nos habían enseñado muchas cosas acerca de México... que si el gobierno, que si los distintos estados de la República, que si el petróleo, que si alguna canción, que si el campo. En fin, todo para estar bien preparados e informados acerca del caluroso país (era junio y en Veracruz) que nos abría sus puertas. Era necesario saber todas estas cosas aún cuando creyéramos que íbamos a estar por muy poco tiempo. Mi padre estaba seguro de que volveríamos a España en cuanto la guerra que se veía venir en Europa terminara.
Yo venía con mis padres y mis hermanos, mis ocho hermanos. Teníamos suerte, habíamos logrado mantener la familia completa a pesar de los tres terribles años de guerra. Cumpliría los trece años en México y entraría a la escuela que aquí llamaban secundaria.
Pasamos la primera noche en el barco, y al amanecer, mi dulce hermana quiso atreverse a bajar. Una rampa de madera custodiada por dos soldados unía el barco con tierra mexicana.
Temerosa, preguntó si podía bajar, a lo que uno de los soldados respondió:
— Claro güerita.
— Y, si bajo ¿puedo volver a subir?
— Claro güerita, estás en tu casa.
Eso, fue lo primero que escuchamos en México. Y sí, estábamos en nuestra casa. Aquí nos quedamos a vivir. Aquí murieron nuestros padres y nacieron nuestros hijos. Efectivamente: habíamos llegado a nuestra casa. A nuestra calurosa casa.
María Arjona

Profesionales y educadores de alto nivel, trabajadores manuales, artistas, promotores del desarrollo físico o autores de libros de texto; estos maestros estuvieron siempre, inequívocamente, en contacto directo con la población con la que trabajaban.
Arribo de uno de los contingentes de refugiados españoles a Veracruz.
Marcelo Santaló, uno de ellos, describe los ideales que los movían:
... consistían en ir formando un temperamento liberal. Formar hombres que pensaran que otro hombre puede tener razón en lo que piensa y en lo que dice, pues ésa es la esencia de la democracia. Otro ideal sería buscar sentido a la vida. ¿Cuál es el objetivo de vivir? Si el objeto de vivir es personal o bien es fomentar la solidaridad y ocuparse de la comunidad toda... La mayoría de nosotros creció con estas ideas de liberalidad y sufrió en carne propia la persecución que se ejerció sobre esta tendencia; la otra, la oficial, la que había triunfado era la dogmática. Y nosotros tuvimos que salir...6
Esta concepción de la educación como una empresa caracterizada por principios y fines democráticos, al tiempo que constituyó un motivo de persecución y exilio de quienes la sostuvieron, fue también totalmente compatible con la propuesta educativa del régimen cardenista que los acogía. La promoción de la escuela rural, la aplicación de nuevas técnicas de enseñanza, la creación de bibliotecas populares o la revaloración del papel del maestro como gestor y promotor de una forma de vida justa y democrática fueron, entre otros, puntos de encuentro en las políticas educativas impulsadas en ambas Repúblicas y los maestros españoles así lo reconocieron. Un ejemplo claro en que se expresa esta coincidencia en metas y principios es el breve texto, escrito a bordo del Sinaia que arribó al puerto de Veracruz el día 13 de junio de 1939 y cuya presentación ha sido el pretexto para la elaboración de este escrito.

El diario del Sinaia y los primeros maestros desterrados

En el ensayo El viaje del Sinaia, Fernando Serrano Migallón señala que:
...La República, entre otras muchas de sus modificaciones, había desarrollado una amplia política cultural que se reflejó en la publicación de infinidad de revistas y publicaciones de calidad y características muy variadas; este interés seguiría durante el período de guerra y se ampliaría notable-mente en el exilio. Se pueden recordar publicaciones famosas: La Pluma, Hora de España, El Mono Azul, El Quinto Regimiento, Las Españas, España Peregrina, La República, Nuestra República, etcétera.
  El grupo de españoles a bordo del Sinaia decide, desde el momento de subir al barco, publicar un periódico... Éste que sería, nunca mejor empleado el término, el primer periódico peregrino, acogió en sus páginas a un nutrido y brillante grupo de intelectuales, escritores y artistas salidos apenas unos días antes de los campos de concentración... El diario, pues, apareció todos los días que duró la travesía y quiso aportar a los expedicionarios noticias del mundo en guerra y de España... (y) amplia información se consignaba sobre la historia, arte, cultura o costumbres mexicanas... La dirección colegiada del diario estuvo a cargo de Ramón Iglesia, Manuel Andújar Castellanos y Juan Varea y contó siempre con la asesoría sobre temas mexicanos de Susana Gamboa, quien conducía, por parte de la embajada de México en Francia, esta expedición.
  Las ilustraciones estarían a cargo de José Bardesano, Ramón Tamayo, Germán Horacio y Ramón Peinador, lo que hacía que la parte gráfica incluyera desde el retrato cuidadoso hasta la caricatura ágil.7
En el año de 1989, en conmemoración de los cincuenta años del arribo de la primera expedición de refugiados españoles a México, se presenta una edición facsimilar de este periódico peregrino “sinaia” gracias a la existencia de una colección completa de él que es rescatada de entre los papeles de uno de los viajeros del Sinaia, Isidoro Enríquez Calleja, maestro de varias generaciones de mexicanos.8
Por esta publicación nos enteramos, como entonces sus lectores, que el Sinaia había sido construido en los astilleros ingleses, que llevaba ese nombre por madrinazgo de la Reina de Rumanía en homenaje a su lugar de residencia, que antes había realizado tres viajes transportando peregrinos a la Meca, que alguna vez había sido crucero de los partidarios del desnudismo en los puertos del Mediterráneo y que, en otra ocasión, había reintegrado a su patria a 2033 armenios procedentes de Francia.
Pero, lo fundamental, por el valor de testimonio que esta publicación tuvo para nosotros, fue que por ella supimos del nivel de organización, cooperación y unidad que pudo alcanzarse en esta travesía del exilio español gracias al esfuerzo y espíritu de sus viajantes. El diario —que abriría su primer número con las palabras de bienvenida, aliento y esperanza de la mexicana Susana Gamboa— convocó a todos a incluirse en él haciendo desde el día 27 de mayo, un día después de su aparición, un llamado a colaborar:
Requerimos de vuestra colaboración. “SINAIA” quiere reflejar de modo constructivo la vida a bordo en sus diferentes facetas. Para ello precisa de la colaboración de todos. ¡Aportad vuestras sugerencias y opiniones, vuestras opiniones! enviádnos pequeñas crónicas, comentarios, anécdotas, chistes, iniciativas de interés colectivo, dibujos, historietas... Los trabajos pueden entregarse en la Redacción —instalada en el puente A, a estribor— de 9 a 11 de la mañana o de (ilegible) a 10 y media de la noche.9
Por este diario supimos también de la existencia de conferencias y veladas musicales —a cargo de la Agrupación Musical Española—, de las reuniones de profesionales y de las reuniones de maestros:
MUY IMPORTANTE PARA EL PASAJE:
A los profesionales de la enseñanza. Quedan convocados para hoy a las 3 y cuarto en el comedor de 3a. los profesionales de la Enseñanza en todos sus grados, para tratar asuntos de gran interés relacionados con su futura actividad en México.10
Supimos de la continuidad y formalización de estas reuniones:
Profesores de Instituto. Se reunirán a las tres y cuarto en el comedor de la Cubierta C.
Maestros. Se reunirán con su Comisión en el comedor de tercera, parte izquierda a las tres y cuarto.11
Y supimos también de los efectos de estas reuniones:
Y LOS NIÑOS TRABAJAN.
Estupendo el gesto de los compañeros que lo dirigen. Está visto que ni los pequeños pudieron escapar a nuestro afán de ganar culturalmente lo que perdimos. Se iniciaron las clases y a juzgar por el interés de pequeños y mayores, con el agrado de todos, aunque para otra vez quizás fuera mejor contar con menos espectadores; ¡Lo agradecerían tanto los peques!12
Los maestros a bordo fueron parte sustancial de la expedición: organizadores, animadores, enseñantes. El propio periódico nos dice en su Colofón del lunes 12 de junio:
Se comenzó y se acabó este álbum de homenaje a México el día doce de junio de mil novecientos treinta y nueve, a bordo del Sinaia, en la primera expedición de republicanos españoles, con la natural escasez de medios de una larga travesía. Llevó su dirección literaria Juan Rejano... Y la confección artística corrió a cargo de Juan Varea, con la colaboración de un animoso grupo de Maestros de Primera Enseñanza...13
De entre todos estos maestros se destaca la presencia del maestro Ballesteros, maestro andaluz, cuya participación en el diario nos da cuenta clara de la concepción que de México y sus proyectos político-social y cultural-educativo se habían hecho los docentes desterrados. Antonio Ballesteros Usano, formado en el Instituto Juan Jacobo Rousseau de Ginebra y alumno de Decroly —siendo el único autorizado para traducir sus obras al español—, fue un maestro que habría de entregar su vida profesional a México y a la causa de la formación de maestros en nuestras escuelas Normales.14
La labor formadora de ’los Ballesteros’ (tanto la de don Antonio como la de su esposa doña Emilia Elías de Ballesteros) es reconocida por sus alumnos sean éstos de la Escuela Normal o de la Normal Superior, pero lo que quizás desconocen es la explicitación de la convicción y el compromiso con que el maestro Ballesteros se propuso desarrollar su labor en México y la identificación y simpatía con que veía la política educativa y cultural del régimen del presidente Cárdenas.
De ellos, ‘los Ballesteros’, nos dice Juan José Reyes:
(...) Emilia, activa estudiante y activa siempre en los mitines políticos. Antonio, que sería su esposo, era dueño de un temperamento más sereno. Estudió para presentar oposiciones para el cargo de inspector. A los 21 años llegó a serlo: el inspector más joven de España. Alumnos brillantes, Antonio y Emilia pronto fueron enviados a cumplir con labores de alta responsabilidad. Él viajó a Jaén y ella a Gerona, como directora de la Escuela Nor-mal. Ya eran novios y buscaron reunirse. Consiguieron dos clases en Segovia y se casaron. En Segovia nacieron sus tres hijos... después presentaron oposiciones para poder ir a vivir a Madrid. Emilia fue nombrada en la capital directora de la Normal núm. 2 y Antonio encabezó el escalafón de los inspectores.15
Conocedor, como Inspector General de Educación en España, de las implicaciones de una política educativa popular y de la necesidad de fortalecer la formación de los maestros, el maestro Ballesteros logra reconocer el espíritu y la problemática de la política educativa mexicana aún antes de arribar a México.
El día 12 de junio en el último número del diario del Sinaia aparece, bajo el nombre de La Escuela Popular Mexicana y firmado por Antonio Ballesteros, un texto en el que se hace una clara presentación del quehacer educativo en México y de la voluntad de libertad y justicia en que se funda. En este escrito el maestro Ballesteros daba testimonio no sólo de su profunda admiración por ésta, nuestra empresa educativa, sino también del compromiso a que lo convocaba y su disposición como ‘exiliado’ a cumplir con él:
...tal es, en obligada síntesis, la obra de educación a la que nosotros españoles y, sobre todo, los profesionales de la enseñanza, hemos de prestar nuestros esfuerzos.16
De ahí que sea indispensable recuperarlo para releerlo, pues encontraremos en él vigencia, fuerza y guía de acción.

La Escuela Popular Mexicana (*)

La revolución mexicana, como todo movimiento auténticamente popular y liberador, concede la máxima importancia a los problemas de la cultura. La obra que Cárdenas ha realizado se distingue de la de todos sus antecesores no sólo por su más claro y decidido acento revolucionario, y por la audaz destrucción de viejos privilegios y tradicionales opresiones, sino principalmente por la creación de nuevas instituciones educativas, por la atención prestada a la cultura técnica y superior, por el ansia de mejoramiento que ha sabido despertar en todo el pueblo y que abre perspectivas incalculables para el progreso futuro. En esa labor inteligente y feliz, destaca la obra realizada en beneficio de la cultura popular y la creación de la nueva escuela socialista mexicana.
Antonio Ballesteros Usano, 1939

El primer problema que a la revolución mexicana se le plantea en orden a la democratización de la cultura, es la falta de escuelas. Más de 50 por 100 de la población está constituída por analfabetas. Sobre todo la masa indígena se hallaba totalmente privada de los bienes de la instrucción. Fue preciso atender con urgencia a la creación de miles de escuelas.
El plan sexenal determina que de 19.. (ilegible) a 1939 han de crearse doce mil escuelas en las zonas rurales. Así mismo dispone que en los presupuestos de gastos del Estado se destinen cantidades crecientes, que van del 15 al 20 por 100, a necesidades de la cultura. Y además, se ha hecho realidad el precepto constitucional que obliga a los patrones agrícolas e industriales a crear y sostener escuelas primarias para los hijos de los obreros. Esta amplia labor de creación se completa con la multiplicación de bibliotecas populares, la edición de libros escolares, la creación de instituciones de protección infantil, etc.
Esta labor cuantitativa tiene su correspondencia en la profunda reforma interna de la educación.
La escuela antes en manos de la Iglesia o sometida a su influencia, pasa a ser una institución regida exclusivamente por el Estado y al servico del pueblo. Con ese fin se prohíbe el ejercicio de la enseñanza y la creación o sostenimiento de escuelas a los clérigos y a las asociaciones u organismos que tengan relación con la Iglesia. Sólo se autoriza la enseñanza particular a los seglares libre de toda influencia clerical y que prueban su adhesión a la causa del pueblo.
No bastan estas medidas. La reforma escolar fija el carácter de la educación pública como una lucha contra el fanatismo religioso, causa esencial del atraso y la esclavitud en que ha vivido la masa productora del país. Por ello rechaza los principios del laicismo y la neutralidad, ya superados, y marca como finalidad de la obra escolar la desfanatización o sea la acción directa y permanente contra la influencia dogmática y clerical. La escuela se convierte pues en un órgano auténtico de la revolución.
Al lado de esta acción política que impregna la educación se imprime a la escuela un profundo sentido social. La lucha del pueblo por su liberación, los sufrimientos de los oprimidos, las injusticias y crueldades del régimen capitalista y de otra parte la obra reformadora y de profunda transformación de la vida mexicana, que personifica el Presidente Cárdenas, especialmente en cuanto a derechos de los humildes, son estudiados y vividos por la escuela.
No se crea por esto que el Gobierno de Cárdenas olvida la misión esencial de aquella, que es la comunicación de un mínimo de cultura a todos los ciudadanos. Al contrario. La reforma escolar prevee los conocimientos que deben poseer todos los alumnos al salir de la escuela y aconseja la aplicación de los métodos más avanzados y eficaces. De tal modo que pronto la escuela mexicana será un modelo de trabajo y organización que podrá colocarse a la cabeza del movimiento pedagógico del mundo. Un ejemplo: los programas preveen la adaptación de la enseñanza al medio en que la escuela radica. Así hay un contenido y unos métodos propios de la escuela rural y otros adaptados a las necesidades de las escuelas de la ciudad. Y la finalidad no es otra que lograr que el campesino se sienta cuánto más capaz y preparado más apegado a su tierra y a su aldea y el artesano se prepare en la técnica industrial para que pueda encargarse de los puestos de dirección hoy en manos de elementos al servicio del capitalismo.
La reforma, en fin, presta una atención decisiva a la formación de los maestros. Numerosas escuelas normales cuidan de su preparación pedagógica adaptándola a la índole de escuelas —rurales o urbanas— que han de regir. Pero hay que advertir que la misión del maestro sobre todo en los medios campesinos no se limita a la enseñanza de sus alumnos, sino que además deben ser agentes de la revolución defendiendo con su palabra, su acción política y sus lecciones, las conquistas logradas por el pueblo trabajador. En esta obra son ayudados no sólo por el Gobierno sino por los Sindicatos profesionales, fuerza poderosa de colaboración al servicio de la cultura del pueblo. Tal es, en obligada síntesis, la obra de educación a la que nosotros españoles y, sobre todo, los profesionales de la enseñanza, hemos de prestar nuestros esfuerzos. Al incorporarnos al trabajo activo en México no debemos olvidar que por nuestra condición antifascista, por lealtad hacia el pueblo de México y a su Presidente Cárdenas que nos acogen con tan generosa hospitalidad, por deber patriótico de apresurar la reconquista de España, hemos de convertirnos en activos colaboradores de esta obra magnífica en que se haya comprometido el Pueblo hermano y de cuyo triunfo depende nuestra propia victoria. No hay que dudar. Nuestro puesto, nuestra acción han de estar del lado de estos combatientes de la libertad que nos llaman a su país no a título de huéspedes conformistas y pasivos, sino como hermanos de ideal que han probado su temple y su heroísmo en tres años de batalla contra el enemigo que nos es común: el fascismo.
Antonio Ballesteros Usano.
12 de junio de 1939.
A bordo del ‘Sinaia’, un día antes de desembarcar en Veracruz.
El maestro don Antonio Ballesteros fue también profesor de la Escuela Normal de Maestros en donde impartió tradicionalmente la asignatura de “Organización Escolar”. En la Normal Superior impartió “Educación para adultos” y “Conocimiento de la Adolescencia”; este último tema lo desarrollaría en el Doctorado en el curso Problemas del Adolescente Mexicano. Esta incorporación del maestro Ballesteros a la docencia en México puede contarse desde los años cuarenta y se prolongó por más de 30 años. Entre sus alumnos se encuentra el Prof. Don Lucio López Iriarte, —autor de un trabajo sobre Suicidio del Adolescente Mexicano dirigido por el propio maestro Ballesteros, y gran conocedor de la obra de don Antonio Ballesteros. A él debemos esta información. (Entrevista con el Profesor Lucio López Iriarte, realizada por V. Cantón, el 25 de mayo de 1994).

Bibliografía del maestro Ballesteros

Entre la obra escrita de Antonio Ballesteros Usano destaca:
“La cooperación en la escuela”. 2a. Edición Renovada. Publicaciones de la RevistaPedagogía. Madrid, 1933.
“La escuela graduada”Publicaciones de la Revista Pedagogía. Madrid, 1932.
“Las nuevas escuelas francesas y belgas”. 2a. Edición Renovada. Publicaciones de la Revista Pedagogía. Madrid, 1935.
“El Método Decroly”En: Los Métodos de la Nueva Educación. Ed. Losada, Buenos Aires, 1962. pp. 65-105.
La concentración de la enseñanza en la escuela primaria. Ediciones Pedagógicas y escolares, Edipasa. México, 1940.
Organización de la escuela primaria. Edit. Patria. México, 1943.
Organización Escolar. Edit. Losada, Buenos Aires, 1957. 2a. ed. (en coautoría con Fernando Sáinz).
Civismo para 1er. Año de Secundaria. Edit. Patria. México, 1955.
La Adolescencia: ensayo de una caracterización de esta edad. Edit. Patria. México, 1965 (edición anterior de fete, 1960).
La educación de los adolescentes. Edit. Patria. México, 1979. (En este texto fue coautora Emilia Elías de Ballesteros).
Educación y Cultura. Revista de educación. Dir. Antonio Ballesteros y Juan Comas. México, 1940.

Citas:

En relación a las causales, evolución, resolución del conflicto es especialmente pertinente el texto de Gabriel Jackson La República Española y la guerra civil, 1931-1939. Ed. Grijalbo, México, 1967, 449 pp.
Este número está tomado de “Creación de organismos, mutualidades, centros de reunión, instituciones académicas” de Teresa Mejía y Alfonso Maya (redactor), en: El exilio Español en México 1939-1982. Ed. Salvat y fce. México, 1982. pp. 101, cuyos autores señalan como fuentes Palabras del exilio I. Ed Librería Madero, México, 1980. p. 16, y la obra de León de Portilla, Ascención, España desde México. Vida y obra de los transterrados. UNAM. México, 1976, p. 83. Sin embargo es necesario señalar la observación de Gloria Artís, en el sentido de que sería muy difícil saber el número exacto de refugiados españoles que llegó a México, ella toma como base los datos recogidos por Lois Elwin Smith, en Mexico and the Spanish Republicans. University of California Press, 1955 en donde se señala que entre los años de 1939 y 1949 entraron a México un total de 18 494 personas adultas (el rango de edad responde al interés de la investigación por ocupación). Artís Gloria. “La organización social de los hijos de refugiados en México, D.F., en Kenny, M. García V., Icazuriaga, C. Suárez, C., Artís G. Inmigrantes y refugiados españoles en México. Ed. de la Casa Chata. México, 1979. p. 300.
Un texto dedicado a este asunto es el elaborado por Dolores Plá: Los niños de Morelia, inah, Colección Divulgación, México, 1985. 158 pp.
La solidaridad del gobierno mexicano y de un sector de la población hacia la República se objetiva desde el inicio de la guerra en la creación de los distintos comités de solidaridad, tales como el Comité de Ayuda a los niños del Pueblo Español y la fracción de mexicanos en el Comité Internacional de Ayuda al Pueblo Español y en las Brigadas Internacionales, en el apoyo de sindicatos como el Sindicato de Trabajadores Mineros y el Sindicato Mexicano de Electricistas o bien, en personalidades del medio intelectual y político como Narciso Bassols, Fernando Gamboa, Alfonso Reyes, Daniel Cossío Villegas, Lombardo Toledano, Isidro Fabela, Jesús Silva Herzog, Eduardo Villaseñor, Aarón Sáenz, Carlos Obregón Santacilia, Gonzalo Robles, entre otros. La publicación semanal HOY, autodefinida como revista política, contará entre sus colaboradores, especialmetne en los años de 1937 y 1938, con personalidades republicanas como Niceto Alcalá Zamora, José Moreno Villa o Enrique Diez Canedo y otros llegados a México desde el año 1938 e incluso a inicios de 1939, como el pequeño grupo del vapor Flandre que partió a México vía Nueva York. Sin embargo, también es necesario reconocer la existencia de un clima de animadversión y rechazo hacia el exilio y en algunas ocasiones hasta de simpatía por el triunfo del fascismo y el nacionalismo, este clima —reconocible en amplios sectores de la población capitalina— se exacerbó a finales del régimen cardenista y fue también registrado en publicaciones como la antes mencinada; ejemplos prototípicos de esta posición son los textos: Ponce, Bernardo. “Madrid no se rinde”. Núm. 108, marzo 18, 1939. p. 13, y la “Página editorial” del Núm. 122, de la misma Revista Hoy, fechado el 24 de junio de 1939.
La historia de la Casa de España y de su transformación en Colegio de México ha sido recogida por Clara E. Lida en La Casa de España en México. Colegio de México, México, 1988. 202 pp. y en Lida, Clara y Matesanz, José.El Colegio de México: Una hazaña cultural, 1940-1962, Colegio de México, México, 1990. 395 pp.
En: Reyes, Juan José. “Escuelas, Maestros y Pedagogos”. El Exilio Español en México 1939-1982. Ed. Salvat y FCE, México, 1982. p. 191. Esta cita de Marcelino Santaló se refiere a la influencia de la Institución Libre de Enseñanza, fundada el 16 de agosto de 1876 en Madrid, por Francisco Giner de los Ríos, y que fue el alma mater de gran parte de los maestros llegados a México. En ella, el maestro Santaló se refiere especialmente al cuerpo de maestros del Instituto Luis Vives, escuela fundada en México en 1941 por el refugio español y destinada fundamentalmente a la formación de los hijos de los refugiados. Otras corrientes pedagógicas influirían en la formación de los maestros del exilio: la Escuela Moderna, movimiento esencialmente catalán, fundado por Francisco Ferrer Guardia en Barcelona en 1901 y en lo relativo a la formación de maestros la fundación del Museo Pedagógico, cuyo proyecto que estaría imbuido de los principios de la Institución Libre de Enseñanza se definiría como “un centro de vida pedagógica”, el Museo estaría a cargo de Manuel B. Cossío.
Serrano Migallón, Fernando. “El viaje del Sinaia”. En: El Sinaia. Diario de la primera expedición de republicanos expañoles en México. Edic. Facsimilar. Presentación y epílogo de Adolfo Sánchez Vázquez. unam, uam, La Oca, Redacta. México, 1989. pp. 15-16.
Ibidem. pp. 16.
El Sinaia. Núm. 2. 27 de mayo, pp. 5.
10 Ibidem. Núm. 6. 31 de mayo de 1939. pp. 5.
11 Ibidem. Núm. 14. 8 de junio de 1939. pp. 7.
12 Ibidem. Núm. 11. 5 de junio de 1939. pp.3.
13 Ibidem. Colofón.
14 Nacido en Córdoba, Andalucía, el 11 de abril de 1895, estudia en la Escuela Superior del Magisterio en España. Siendo Inspector General de Educación gana una beca para realizar estudios especializados en Pedagogía. Llega a México en 1939 en donde será fundador y codirector de la revista Educación y cultura y colaborador deRomance. Fue profesor de la Escuela Normal Superior desde 1939 y de la Escuela Normal de Varones, 1940. Al tiempo que maestro de la Escuela Normal de Pachuca. La Escuela Secundaria Federal lleva el nombre del maestro Ballesteros. Murió en la Ciudad de México en 1974.
15 Reyes, Juan José. Op. cit. pp. 187-188.
16 Cita tomada del texto La Escuela Popular Mexicana, aquí presentado. Un breve texto de entre la abundante obra escrita que dejaría el maestro Ballesteros; la que ha sido recopilada por la Biblioteca de la Escuela Normal y la Biblioteca de la Universidad Pedagógica Nacional.
(*)Este texto fue escrito en el trayecto hacia México a bordo del barco Sinaia que atracaría en Veracruz en junio de 1939 y publicado en el periódico SINAIA, Diario de la primera expedición de republicanos españoles a México. Fue tomado de la edición facsimilar de dicho diario, que con motivo de la conmemoración del cincuentenario de la expedición (1939-1989), editaron la unam, uam, Edit. La Oca y Redacta editores. Con Presentación y Epílogo de don Adolfo Sánchez Vázquez, México, 1989, pp. 12 y 20. (La ortografía y redacción son copia fiel del texto fuente).