dijous, 27 de març del 2014

Córdoba levantará el primer monolito a los maquis de Andalucía


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ALFONSO ALBA / Córdoba / 19 Mar 2014 2
Julián Caballero Vacas.Julián Caballero Vacas.
El 11 de junio de 1947 caía la última gran resistencia antifranquista que seguía luchando en Sierra Morena. Ese día era capturado y asesinado el considerado como el Estado Mayor de la Tercera Agrupación Guerrillera, liderado por el histórico líder comunista Julián Caballero Vacas. En el barranco de la Huesa, en las inmediaciones del paraje cordobés de Santa María de Trassierra, un grupo de guardias civiles disfrazados de guerrilleros acribillaba a estos cinco guerrilleros (uno de ellos una mujer).
Ahora, la Junta de Andalucía, con el anteproyecto de ley de Memoria Democrática recién salido del horno del Consejo de Gobierno, quiere levantar el primer monolito de homenaje a esta histórica partida de guerrilleros. Será el próximo 8 de junio cuando se descubrirá el monolito y se rendirá tributo a una de las últimas partidas de maquis de Andalucía.
El director general de Memoria Democrática, Luis Naranjo, explicó ayer en Córdoba la importancia de esta Tercera Agrupación Guerrillera. Hoy, la zona está señalizada y delimitada gracias al proyecto de Senderos de la Memoria. De hecho, en el lugar existe una ruta senderista por los lugares en los que vivieron estos maquis (a escasos 15 kilómetros del casco urbano de Córdoba) y distinta señalítica con la historia de esta importante partida guerrillera, que dirigía a los más de 60 maquis que resistían en la Sierra Morena cordobesa desde el final de la Guerra Civil, a la espera de una intervención internacional en España que nunca llegó.
En el barranco de la Huesa murió Julián Caballero Vacas, primer alcalde comunista de Villanueva de Córdoba con el Frente Popular y conocido líder obrero. A su lado cayó María Josefa López Garrido, maestra y expresidenta de las Mujeres Antifascistas durante la Guerra Civil; Melchor Ranchal Risquer, incorporado en 1945 desde la lucha clandestina en Córdoba capital; Ángel Moreno, incorporado en 1946 cuando se descubrió que su taberna era punto de encuentro de opositores al régimen; y el practicante Librado Pérez. También fueron detenidos y encarcelados en la acción miembros de la familia Cobos Reina, pequenños arrendatarios que vivían en un chozo de media pared en el barranco y actuaban como enlaces de la partida.
La Tercera Agrupación cayó por la traición de un maquis, confidente de la Guardia Civil y apodado Corchete. Los agentes le acompañaron a un encuentro con los maquis en el barranco. A sus espaldas, docenas de guardias civiles armados aguardaron la señal para, de madrugada, iniciar la captura. Tres de los guerrilleros fueron abatidos a tiros mientras huían y resistían, pero tanto Julián Caballero como María Josefa López se suicidaron. Algunas fuentes aseguran que la mujer, a petición del hombre, lo mató y que posteriormente ésta se quitó la vida.
Los cadáveres fueron vejados y expuestos para escarnio público tanto en Villaviciosa como en Villanueva de Córdoba. Un niño de 12 años vio cómo humillaban el cadáver de su padre
Posteriormente, los cadáveres fueron vejados y expuestos para escarnio público tanto en Villaviciosa como en Villanueva de Córdoba. En este pueblo, donde había sido alcalde Julián Caballero estaba su hijo Ernesto, de sólo 12 años, que vio cómo humillaban el cadáver de su padre. Ernesto Caballero, posteriormente, siguió los pasos de su padre y se convirtió en un líder antifranquista en los estertores del régimen y posteriormente en un histórico dirigente comunista en Córdoba.
El desastre de la Huesa marca el comienzo del fin de la organización guerrillera en Córdoba -tan arduamente construida desde el otoño de 1945- y preludia los dos años de persecución y muerte que aguardaba a las cada vez más aisladas partidas. Precisamente en esta zona de la Huesa, La Porrá, el Cerro del Trigo y Mesas Altas continúa habiendo presencia guerrillera (más bien huidos que se ocultan como en los primeros meses tras la guerra civil) hasta 1951, constituyendo así uno de los enclaves serranos donde sobreviven –aunque aislados y desorganizados– durante más tiempo miembros de la resistencia armada contra la dictadura en toda España.