dissabte, 19 d’abril del 2014

TOPOS DE LA GUERRA CIVIL



Esta semana hemos publicado en el blog un interesante artículo de Jesús Fernández (Susi) sobre un topo del Valle de Losa.
En la introducción al artículo os damos alguna pista de donde se encuentra nuestra búsqueda de la fosa de la Horca, y por donde se puede ayudar.
La entrada de hoy, recoge una de esas epopeyas humanas que tuvieron que vivir nuestros mayores para salvar la vida, y es una colaboración de Jesús Fernández(Susi), habitual escritor de la insustituible revista cultural del Valle de Losa La Solana y Crónica de Las Merindades que reproducimos más abajo.
BeFunky_pantaleon de losa.jpgEl protagonista de este relato “Topos en la guerra civil” es un losino de Río, Secundino Angulo García, apodado Trifón. Un labrador que al parecer era socialista, por lo que sufrió persecución e intento de asesinato. En aquel convulso verano del 1936 fue detenido como tantos junto con otros dos compañeros-amigos les condujeron al alto de La Horca, tuvo la suerte de escapar del camión, regresar al pueblo a hurtadillas y allí permaneció largo tiempo escondido.
En ese tiempo escribe un diario que esconde en la socarrana del tejado, por él sabemos que era 7 de septiembre de 1931, y además de Antuñano, el otro compañero eraLópez. Aprovechamos esta historia para pediros a los lectores colaboración para localizar a algún familiar del protagonista, que era compañero de de los que fueron asesinados en la FOSA DEL ALTO DE LA HORCA, en concreto tratamos de identificar aLópez, así esclarecer las dudas en torno a la fosa. merinmemo@gmail.com

“LOS TOPOS” DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Un hecho, que por curioso y violento ha estado 76 años en silencio.
Estoy seguro que muchos de nuestros lectores habréis leído la historia de nuestro encabezamiento de los que por miedo a que los “matones” que surgieron durante los primeros meses de la Guerra Civil Española los delatara y sin juzgar los ajusticiaran, decidieron esconderse donde y cuando pudieron.
manu leguinecheCuando uno de los maestros del periodismo de la España de los 80 Manu Leguineche, que vive ya enfermo y tal vez esperando con serenidad la muerte, tras una larga y prolongada enfermedad, da vida como reportero y persona comprometida, que fue, reedita este clásico, que escribió junto a su gran compañero y también escritor y periodista Jesús Torbado. En ocho años de investigación, los autores de “LOS TOPOS”, siguieron pistas y también recibieron verdaderos portazos, todo para conseguir los estremecedores testimonios de quienes fueron perseguidos por un enemigo invisible que les obligó a esconderse como si fueran verdaderos “Topos”. Estos dos periodistas han sacado a la luz numerosos testimonios de estas personas que permanecieron ocultas, algunos, hasta más de treinta años. Los relatos que yo escuchaba cuando aún era un niño de escuela, y oía como la gente decía que unos se escondían en los montes, y otros que escaparon de las garras de aquellos matones, y lo que parecía que nadie lo sabía, estaba en boca de todo el mundo, pero siempre lo hacían por lo “bajines” y tergiversando los hechos. Estos hechos, nunca han estado en el olvido, pero sí en el silencio.
Leyendo este libro “Los topos de la Guerra Civil”, después de repasarle varias veces, no he podido encontrar este testimonio, que ahora nos va a servir para recordar uno de los hechos más triste que se recuerda y que ocurrieron en El Valle de Losa y que tanto tuvieron que ver con la Historia que nos cuentan estos dos grandes periodistas. Por eso y como primicia, ahora que tanto se habla de “La Memoria Histórica”. Creo que ya a nadie le sorprenderá y seguro que ha muchos os gustará saber cómo sucedió aquello, en el año 1936.
Cuentan estos dos periodistas como en la Provincia de León hubo uno de esos “Topos” que por su tipología pudiera parecerse a nuestro personaje, ya que su cautividad se asemeja. Cuentan como permaneció encerrado en la cuadra de sus ovejas durante más de diez años. Él mismo, nos dicen cavó en la tierra lo que le servía de escondite contra las periódicas visitas de La Guardia Civil. Sobre su refugio la familia colocaba unas tablas bien ajustadas y encima de ellas distribuían el estiércol que producía su ganado, despistando así a la autoridad. Por las noches abandonaba su refugio para estirar las piernas y tomar respiración.
Nuestro “Topo” al que nos referimos, era un personaje sencillo, muy amigo del que luego le salvó de morir víctima de aquellos “comités de exterminio”. Juntos, jugaban a las cartas, a los bolos, y juntos también iban a bailar a las romerías, y lo único que los diferenciaba era su pensamiento político que siempre se respetaban.
Sin darnos cuenta nos encontramos, con una España dividida por culpa de una Guerra Civil que nunca debió existir. Este concepto se agudiza, al encontrarse frente a frente hermanos contra hermanos, padres contra hijos, vecinos contra vecinos etc. los motivos aligeran las venganzas, las envidias y los odios.
Estos comités, recogían por las noche a sus víctimas haciendo lo que ellos mismos llamaban “paseos” y los llevaban en camiones hasta su “último destino” …en este caso al Puerto de La Horca, y coincidió que uno de aquellos “matones” que participaba en “aquel paseo”, se encontró como víctima, a su gran amigo de izquierdas, con el que tanto se divertía; sin que nadie se diera cuenta, se acercó a su oído y con mucho cuidado sin que nadie le oyese, le dijo estas palabras…… “cuando lleguemos al alto del puerto, yo bajaré la puerta de atrás del camión y tú, saldrás en dirección contraria a los demás; yo, estaré allí para indicarte la fuga, que con la noche tan oscura que está, y la espesura del monte no te localizarán”.
El plan salió perfecto, el prisionero se fue corriendo hacia el monte y sin parar toda la noche, se puso dirección Santander donde recordó algún familiar que tenía allí. Por el Puerto de Lunada dejando atrás los Montes de Losa después de caminar durante tres días y tres noches, (por la noche caminaba, por el día descansaba escondido en las cuevas que encontraba en su camino) llegó a su destino Santander. Antes de llegar y sin comer tres días, en Solares pidió una limosna como un pobre cualquiera y el dueño de un bar le dio un café con galletas. Cuando su familia le vio llegar en aquellas condiciones, pensaron lo peor.
Una vez repuesto de su viaje, un primo suyo le ofreció trabajo, pero como los nacionales estaban a punto de entrar en Santander, y a sabiendas del riesgo que corría conmigo aquella familia, decidió volver a su casa por el mismo camino que había venido. Ya en el pueblo, una noche a las dos de la madrugada, llamó a la puerta de sus padres, y la sorpresa de estos, fue mayúscula, porque creían que le habían matado en el Puerto de La Horcacomo a otros compañeros suyos, y a sabiendas de lo que le había ocurrido, y el peligro que suponía tenerlo en su casa, su padre puso en funcionamiento su estrategia y le preparó un habitáculo en el pajar con tablas a modo de una habitación protegida con fardos de paja y hierva, para que respirara, removieron unas cuantas piedras de la pared.
El pobre cautivo preocupado por tener que vivir en aquella situación en aquel habitáculo oscuro y húmedo, presagiaba la desgracia que rondaba a su alrededor, la falta de ventilación y la humedad en aquella falsa habitación, se encontró con una fuerte infección a la orina, y había que llamar al médico y otra vez su padre se las ideó para que su hijo no fuera delatado; se metió a la cama como si él, fuera el enfermo. ¡Cuando todo estuvo preparado!..Llaman al médico y le presentan la orina del hijo como si fuera la de su padre. A lo largo de los diez meses de cautiverio, esta estratagema la tuvieron que emplear en diferentes enfermedades que le llegaban, y siempre su padre era el enfermo, y con la medicación que recetaban, a su padre, poco a poco fue recobrando su salud. Pero ya harto de tanto sufrimiento y de tanto cautiverio, se decidió por la libertad.
Habían pasado más de diez meses de estancia en aquel habitáculo escondido. Su padre veía como en el Valle de Losa, aquel movimiento iba mejorando y las envidias se iban poco a poco olvidando, y que a los tres matones (por todos conocidos), los habían juzgado. Un día, cansado ya de tanto cautiverio, decidió salir de su refugio y andando se presentó en el Cuartel de la Guardia Civil de Quincoces.
El Comandante de Puesto, al verlo, (le pareció una buena persona) y le preguntó. ¿Porqué había huido de aquella forma?..¡No tengas ningún miedo, en declarar!, que si demuestras que no tienes delitos de sangre, quedarás en libertad, ¡¡como así ocurrió!! le contestó….”que no tenía nada de qué arrepentirse porque no había cometido ningún delito que mereciera, lo que quisieron hacer conmigo y que habían muerto muchos compañeros en una situación como la mía“. ¡¡Vete tranquilo!! ..le dijo el Comandante,…. pero para evitar represalias y males mayores, te recomiendo, que abandones el pueblo.
Y conforme con lo que le recomendó el Oficial, preparó la maleta, y después de despedirse de su familia, decidió tomar el camino de Santander a la casa que antes le acogió. Allí vivió y allí rehízo la otra vida, al calor de aquella familia que le acogió.
Así terminó la aventura de nuestro “Topo” único que nosotros sepamos, que hubo en el Valle de Losa, y que pudo terminar en tragedia, pero visto desde la óptica de hoy ¡se ha convertido en una muy curiosa anécdota! Y por si este reportaje fuera poco, “hemos tenido la suerte de encontrarnos con una carta que escribió de su puño y letra desde su cautiverio, (creemos que fue la primera), porque tenemos noticias que escribió alguna más, recordando a sus antiguos camaradas que no tuvieron la misma suerte que él.….. La carta dice así…………………………….
A la memoria de mis camaradas abandonados en el Campo de La Horca
BeFunky_diario de trifon.jpgNo sé cómo comenzar estas líneas para poder demostraros la gran pena que nos causó a todos los camaradas al dar yo la noticia de vuestra muerte en el Campo de La Horca la noche del día 7 de Septiembre de 1936, os separasteis de mi y de vuestras familias para siempre, desde allí seguiréis paso a paso la misma, hasta dar por terminada esta.
Vienen tantas y tantas cosas a mi imaginación desde aquel momento, que no puedo describirlas por la gran pena que he tenido y tengo, el saber que nos habéis abandonado para siempre, como unos de los buenos camaradas que erais nuestros, dejando fijados en estas como fieles hijos de nuestra querida República.
Cuantos y cuantos de nuestros camaradas me consta a mí, que les había venido a la imaginación aquella memoria que tendrán un recuerdo de la misma, y de nuestros camaradas López y Ángel Antuñano los que siempre nos dirigieron la palabra en defensa de nuestra causa y de cómo nos animaban a defenderla con su ejemplo de verdaderos socialistas ya que además de ello, fueron mis compañeros en los momentos más difíciles de mi vida. Con todo ello, camaradas, ha sido tan enorme el hueco que habéis dejado, no solamente en vuestra familias, sino también entre todos nosotros que os queríamos de todo corazón por ser tan buenos y que sería de todo punto imposible que pueda remplazarse por ningún otro……
Como veis, nos ha sorprendido esta carta por su sencillez, su ternura y sobre todo su humildad no apareciendo en la carta, ningún signo de venganza sobre nada, ni sobre nadie y esto demuestra su madurez política en defensa de su causa.
Jesús Fernández (Susi)
Un abrazo, y no olvidéis charlar con los mayores.

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LAS MERINDADES EN LA MEMORIA.

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