dilluns, 19 de gener del 2015

LA ACTUACIÓN DE LOS CURAS SEGÚN LA MEMORIA DE LOS TESTIGOS.


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Fotos de Нурия Мартинес Лопес publicadas en Fusilados de San Lorenzo - La Memoria Interior



LA ACTUACIÓN DE LOS CURAS SEGÚN LA MEMORIA DE LOS TESTIGOS

Juan Julián, párroco de San Ildefonso, en Valladolid, acudía a las Cocheras de Tranvías para catequizar por las buenas o por las malas a los allí detenidos, aunque se declarasen ateos, agnósticos o protestantes. Acudía a las sacas, dejándose ver por los presos, quienes por su presencia detectaban que iba a producirse un asesinato. Dos o tres curas de Los Filipinos solían acompañar a las patrullas falangistas en sus acciones. Llevaban camisa azul e iban armados. Se les llegó a conocer bien y se les reconocía por su tonsura y sus medallas y escapularios. Además eran los encargados de catequizar a los presos de Las Cocheras. Se llamaban el padre Tirso y el padre Baladrón. Sus homilías eran amenazadoras. Una frase que repetían continuamente y que quedó grabada en la memoria de los detenidos era: «Habéis pasado por una criba ancha; ahora pasareis por otra más fina, y al final no quedará nadie». Y hubo gente que se atemorizó y marchaba a comulgar, pensando que los curas darían buenos informes y que podrían salir, pero estaban muy equivocados, pues aquellos curas deseaban de verdad que no quedara nadie. (Testimonio de J. P. R., preso en Las Cocheras).

Padre Cid, adscrito a la Cárcel Nueva, impartía la misa obligatoria, descalificaba y humillaba a los presos e intentaba que recibieran los sacramentos cuando los iban a fusilar. Más adelante fundó un Patronato para menores, a donde fueron a parar muchos hijos de estos mismos fusilados; allí intentaba «reeducarles». Ese lugar, «Cristo Rey», se financió con el trabajo esclavo de los presos.

Rufino Caldevilla, párroco de La Magdalena y sobrino del canónigo Valero Caldevilla, acudió al Alto del León, presa de un ataque de patriotismo, según testimonio de J.L. Galindo, un falangista camisa vieja, que estuvo con él; iba armado. Es un alegre clérigo… me lo imagino disparando trabucos y no le cae mal la imagen… Cuando regresó a Valladolid y volvió a hacerse cargo de la parroquia, denunció a aquellos vecinos que bajo su punto de vista eran «indeseables». Anteriormente se había mostrado beligerante con los sectores de la izquierda, y cuando se produjo el golpe colaboró con eficacia: denunció personalmente a la familia de Heraclio Conde, quien fue fusilado junto con sus dos hijos varones (testimonio de Conde Conde).

Eladio Tejedor Torcida, párroco de Barcial de la Loma en 1936, estaba enfrentado con las gentes de izquierdas desde el advenimiento de la República. Cuando se produjo el golpe, el alcalde impuesto por los golpistas fue Vicente Vázquez de Prada, que era partidario de detener y entregar a los izquierdistas, pero se opuso a que los mataran. El cura insistió e insistió en la necesidad de «limpiar el pueblo, como se estaba haciendo en todos los pueblos de alrededor», y al final se hizo así. Este cura, tras inducir al asesinato del alcalde elegido, Modesto Rodríguez, obligó a la viuda a bautizar al hijo de éste y a cambiarle el nombre que su padre le había puesto (Besteiro). Otro acto de este cura fue el de casar in extremis al vecino Florencio Sinde, destrozado por las torturas recibidas, con brazos y piernas rotos e inconsciente en los calabozos del ayuntamiento de Barcial; este hombre estaba casado por lo civil, y antes de rematarlo, hizo que llevaran allí a su esposa y los casó religiosamente (testimonio de la esposa).

Florentino, cura de Bocigas, acompañaba a las patrullas de asesinos, según él para confesar a las víctimas.