diumenge, 19 d’abril del 2015

La Iglesia vulnera la Ley de Memoria Histórica al permitir que permanezcan enterrados en sus templos Franco y Primo de Rivera. Eduardo Ranz.


http://www.elplural.com/2015/04/18/golpistas-bendecidos-frente-a-democratas-convencidos/


Golpistas bendecidos, frente a demócratas convencidos

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De la misma manera que es impensable que una víctima del nazismo pasee por Alemania, y se tope con esvásticas, ¿Porqué en España cuesta tanto trabajo normalizar la idea de que determinados políticos y determinados miembros de la Iglesia, tienen la obligación, como el resto de los ciudadanos, de cumplir las normas que emanan del Parlamento?

Se trata de cumplir la comúnmente conocida como Ley de Memoria Histórica, guste o no, que por cierto, respeta el entusiasmo religioso. Se trata de cumplir lo establecido en el Código de Derecho Canónico: No deben enterrarse cadáveres en las iglesias, a no ser que se trate del Romano Pontífice o de sepultar en su propia iglesia a los Cardenales o a los Obispos diocesanos, incluso “eméritos”.

Por tanto, los Arzobispados de Madrid y Sevilla, con su permisividad o inacción, están vulnerando manifiestamente los cánones de la ciudad-estado del Vaticano, puesto que ni Francisco Franco Bahamonde, ni José Antonio Primo de Rivera, ni Gonzalo Queipo de Llano y Sierra, son o han sido, al menos de forma pública y notoria, Papas, Obispos o Cardenales.

Yo pregunto, ¿es Franco más que un Obispo?, ¿es Queipo más que los militares que mueren hoy en Líbano?

Lo que se obtiene con la retirada de simbología, además de dotarnos de mayor dignidad como Estado, es la generación de reparación, y por tanto, de cerrar heridas.

Habría que preguntar a una víctima del franquismo, si considera que tapar la tumba de un golpista con una tela roja, es suficiente o,si más bien,se trata de esconderlo todo hasta que se mueran de viejas la verdad, la justicia y la reparación.

Sacar el cuerpo de Queipo, como del otro golpista, es un problema mucho más sencillo que el que sufren las más de 114.000 familias de fusilados, que tratan de exhumar a sus padres y abuelos sin ningún tipo de ayuda, más que sus ganas de Verdad.De lo que hablamos es que en el Barranco de la Bartolina (Calatayud), como en tantos y tantos idénticos lugares, existe una fosa de más de 1.000 personas, cuyos huesos están siendo roídos por los perros. Queipo y Franco, han sido datados e identificados. Las víctimas del franquismo, humilladas en cunetas.

Es intolerable que después de más de tres décadas de democracia, el dictador y golpista Franco, y el golpista Queipo, reposen en Iglesias. Ningún otro dictador está bendecido como lo están los que se encuentran en el Valle de los Caídos y en Sevilla. No es de recibo desde un mínimo de sentido democrático y de sentido común que esta situación se mantenga. Se trata de una ofensa intolerable para cualquier demócrata.

Nadie con valores democráticos puede defender, o entender, esta mezcla entre Estado e Iglesia, en la parroquia de la Macarena que alberga la sepultura de Queipo; ni mucho menos, en el Valle de los Caídos, y aquí también, por respeto a los otros seres, que están sepultados en contra de su voluntad, porque fueron secuestrados, rodeando a su verdugo.

Cuando se saquen los cuerpos y se retire la simbología, se obtendrá reparación, y por tanto, se cerrarán heridas.

A título particular, no soy un abogado que venga a fastidiar la siesta, ni tampoco vengo a quemarles el convento. Tengo treinta años, y gracias a que mis padres no quedaron antes para ir al cine, no viví ninguno de los acontecimientos más desagradables de nuestra historia más contemporánea, pero dejar todo como está, es ser cómplice de la represión franquista y exaltar una dictadura, frente a un gobierno democrático.

En el año 2015, continuar con nombres de exaltación de Guerra Civil y dictadura en nuestras calles , así como mantener los cuerpos de golpistas en iglesias, es exactamente igual que dedicarle una avenida a Osama Bin Laden, en Nueva York.

Eduardo Ranz es abogado memorialista, autor de las denuncias penales contra los Arzobispados de Madrid y Sevilla