dijous, 21 de maig del 2015

La Guerra Civil, según el historiador de arte Gaya Nuño


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Cultura | 17/05/2015 - 12:27h

Alfredo Valenzuela.

Sevilla, 17 may (EFE).- El gran historiador de arte Juan Antonio Gaya Nuño, autor de 65 libros y un total de 600 publicaciones, especialista en el románico español, hizo toda la Guerra Civil en el frente de Guadalajara, en cuya batalla participó como teniente, de lo que dio cuenta en una "Memoria de guerra", que ahora ve la luz.

Con el subtítulo de "Apuntes para una historia del IV Cuerpo de Ejército (Guadalajara, 1936-1939)", estos apuntes han sido publicados en una edición crítica del documentalista Álvaro Sanz, encargado de la gestión del Legado Gaya Nuño entre 2008 y 2012, y la profesora de Historia Contemporánea de la Universidad de Valladolid Margarita Caballero.

Entre los casi 250 manuscritos del Legado Gaya Nuño se conserva una libreta con anotaciones en 144 páginas manuscritas, en las que el escritor e historiador fue tomando notas de sus impresiones durante la Guerra Civil española, a cuyas filas republicanas decidió incorporarse tras tener noticia del asesinato de su padre en los primeros días de la contienda.

La libreta reúne anotaciones desde el principio de la contienda hasta finales de 1938, cuando se acaban sus páginas y queda interrumpido el relato, motivo por el que los editores han decidido añadir junto a la transcripción del contenido de la libreta los relatos de Gaya Nuño "Mi final de la guerra " y "Relato incompleto", que ya fueron publicados hace quince años.

La mañana del 7 de marzo de 1937, así empezó la batalla de Guadalajara, según Gaya Nuño: "En el primer momento nadie se dio cuanta de la magnitud del ataque, porque los 40.000 italianos se contentaron con avanzar y romper la línea por la carretera general sin profundizar demasiado".

Sobre lo que sucedió dos días más tarde, el escritor anotó: "Aunque nuestra resistencia era muy débil, los italianos encontraban altamente divertido y espectacular avanzar tirando bengalas y multiplicando los morterazos y disparos de artillería".

La batalla transcurrió "con un frío que pasmaba a los hombres y se hacía aún más insufrible por las masas de barro, el odioso y pegajoso barro de Guadalajara".

Tras dos semanas de lucha encarnizada, Gaya Nuño escribe que "la tradicional estupidez de los militares italianos había hecho creer a sus soldados que los rojos eran gente indisciplinada, sin máquinas automáticas ni aviación, y que serían barridos fácilmente, tan fácilmente en Guadalajara como los abisinios en Adua".
Militante socialista y miembro de la Alianza de Escritores Antifascistas, Gaya Nuño tenía 23 años cuando se incorporó al Batallón Numancia; dos años antes había obtenido premio extraordinario con su tesis sobre el románico soriano.

Desde octubre de 1936 hasta el final de la contienda, Gaya Nuño combatió toda la guerra en el sector de Guadalajara y sólo disfrutó de pequeños permisos, algunos de 24 horas, en Guadalajara o en Madrid, donde se casó en plena guerra, hasta que resultó herido de bala en la cadera en abril de 1937, una lesión que tardó dos meses en cicatrizar porque la bala le incrustó en el cuerpo parte del mechero que llevaba en el bolsillo.
El 1 de marzo, justo una semana antes de que empezara la mayor batalla de la Guerra Civil en la Alcarria, Gaya Nuño fue ascendido a teniente y, cuando la batalla concluyó, anotó que el frente de Guadalajara dejó de ser "un frente de guerrillas" para "adquirir el ritmo de la guerra moderna, de guerra de trincheras".

Las anotaciones de Gaya Nuño atienden también a la vida cotidiana de un frente que vivió días de relativa tranquilidad, con vecinos del sector que lo mismo "vendían gallinas" a los soldados de un bando o de otro o anotaciones sobre "una serrana que lavaba la ropa de nuestros soldados y a requetés del otro lado del Sorbe".
Aunque excarcelado en 1943, Gaya Nuño fue condenado al término de la Guerra Civil a veinte años de reclusión menor por un delito de "auxilio a la rebelión".