divendres, 5 de juny del 2015

El hambre en Valdenoceda


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4 de junio de 2015.- 
Los meses de marzo, abril y mayo de 1941 fueron los de mayor mortalidad en Valdenoceda. En menos de tres meses murieron en la prisión casi 40 presos (uno cada 2 o 3 días). Las condiciones de vida era penosas. Al hambre (que los supervivientes recuerdan siempre -ver vídeo-) se sumó un temporal de frío y viento a mediados de febrero de ese año, que agravó la situación de los presos, situación ya de por sí escalofriante. 
En junio de ese año, 1941, sin embargo, murieron tres presos, tal y como iremos informando. El frío se retiró, llegó el clima suave a Valdenoceda y los presos se iban “buscando la vida” para sobrevivir como podían. En Valdenoceda, algunas personas del pueblo nos han contado que, cuando los presos conducían a la parcela los restos de un compañero fallecido para proceder a su entierro, los habitantes del pueblo les tiraban ¡¡¡¡patatas!!!! Y es que era, de verdad, la mejor manera de echarles una mano: arrojarles algo de comida que les ayudase a sobrevivir en medio del horror. Uno de los presos supervivientes nos llegó a contar que los presos de la comitiva fúnebre se comían las patatas crudas y sin lavar, según caían en sus manos. Tanta hambre tenían.
El hambre. En Valdenoceda, como decía un reportaje de Natalia Junquera en El País, no mataban a los presos. La realidad y el trato que los represaliados recibían de los carceleros era mucho peor: se les dejaba morir.
Cuando en 2007 realizamos una parte de la exhumación (en esta primera parte hemos exhumado 116 restos, pero todavía nos quedan 25 por exhumar), mucha gente nos preguntaba si habían aparecido balas y cómo habían matado a los presos. A estos presos, les contestábamos, no les dispararon. La historia es simple: no les alimentaban.
A todos ellos, a los que murieron y a los que tuvieron la suerte de sobrevivir, queremos dedicarles los testimonios de los supervivientes. Todos coinciden: ¡¡¡¡Hambre!!!! “Soñaba con pan. ¿Cuánta hambre puede tener un hombre para que sus mejores sueños sean un simple trozo de pan?”, nos decía Ernesto hace unos años.