Las Abuelas de Plaza de Mayo buscan a sus nietos, mientras que nosotros queremos saber dónde están y qué pasó con nuestros abuelos. Pero la lucha es la misma, y es universal. Todos reclamamos justicia." La que habla es Inés García Holgado, integrante, junto a Darío Rivas y Adriana Fernández, del grupo iniciático que arrancó hace cinco años con la única querella en el mundo vinculada a los crímenes del franquismo. El caso de Inés es el de una familia totalmente desmembrada por el régimen. Dos tíos abuelos fusilados, un tío desaparecido y un abuelo asesinado en condiciones que nunca pudo determinar, pero que se vinculan a su tarea militante de aquella época. Esa historia es la que acaba de recrear el cineasta español Pablo Alonso González en el documental El espejo de la memoria, a punto de estrenarse en Europa, que posiblemente pueda verse en Argentina antes de fin de año. La presentación, destinada a difundir los avances de esa querella como modelo en el plano internacional, integra una serie de actividades que también incluyen charlas y encuentros informativos. Como el que tendrá lugar en Londres la semana próxima, donde por primera vez se darán detalles de un Banco de ADN creado para familiares de víctimas de aquella dictadura.
–¿Cómo resumiría lo que ocurrió con sus familiares?
–Mi tío Elías era alcalde de Lumbrales, lo acusaron de rebelión, y fue fusilado en su pueblo. Luis, tío abuelo, se había desempeñado como teniente alcalde, administrador de correos, y venía de participar en la revolución de 1934. Además, militaba en el PSOE. La dictadura dijo que su despacho estaba lleno de "documentos masónicos", y lo mató. Mi tío Vicente está desaparecido, supongo que en una fosa común.
–¿Y su abuelo?
–También se llamaba Vicente. Militaba en el Partido Comunista, y organizaba a los trabajadores en la empresa de Correos y Telégrafos cuando lo encarcelaron. Se le ocurrió formar un gremio con los pescadores, y mientras hacía un trámite en Madrid, cayó misteriosamente desde el séptimo piso de la Dirección de Pesca. Los militares dieron la versión de un supuesto suicidio.
–¿La investigación general avanzó?
–Sí, mucho. Lo que ocurre es que resulta difícil saltar las barreras españolas. Por ejemplo, la jueza Servini de Cubría acaba de pedir la extradición a la Argentina de 20 genocidas, pero los Tribunales de allá se niegan a ese requerimiento. Todavía no hemos encontrado justicia, pero es encomiable la tarea que hacen nuestros abogados, como Ana Messuti y Carlos Slepoy. La idea es seguir "molestando" para que esa justicia, finalmente, llegue.
–¿Qué significó para usted verse reflejada en el documental?
–Una emoción muy fuerte, por mi caso, pero además, por el de Adriana, que también aparece. La idea surgió accidentalmente, durante un homenaje a mi tío abuelo en Astorga. El trabajo de Pablo fue realmente muy bueno, y nos ayuda en esta lucha.