dissabte, 27 de febrer del 2016

Ha muerto a los 96 años el cenetista Enric Casañas i Piera, íntimo de mi tío Josep Gatell Comas.


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Ha muerto Enric Casañas i Piera. No, no ha salido en los telediarios. Nació en una familia de convicciones libertarias. Era sobrino de Simó Piera, uno de los fundadores de la CNT, un pequeño constructor que era el primero en convocar huelga para defender los derechos de sus trabajadores. Era uno de los que participaron en el mitin de Las Arenas, cuando la huelga de La Canadiense que consiguió la jornada de ocho horas. Algún día se había traído a comer a casa a Salvador Seguí.

Enric se puso a trabajar a los 13 años y por las tardes se iba a la escuela racionalista de Santa Coloma, donde conoció a Gregori Jover, compañero de Durruti y García Oliver, que dieron varias charlas en la escuela. Jover, Durruti y García Oliver fueron a América del Sur y expropiaban bancos para invertir los dividendos en financiar escuelas y bibliotecas. Tiene de maestro a José Berruezo, murciano, seguidor de Ferrer i Guàrdia, que sería alcalde de Santa Coloma durante la guerra.

La huelga general de octubre del 34 lo pilla con 15 años y aprovechando el descontrol para hacerse con unas cuantas armas que esconderán en la montaña por lo que pueda pasar. Al año siguiente lo trincan por participar en la huelga de tranvias con acciones de sabotaje y acaba incomunicado en La Modelo. De allí lo mandan al asilo Duran, una especie de casa del terror regentada por psicópatas en hábito religioso de la congregación San Pedro ad Vincula. Le caen hostias a manta. Por suerte su tío Simó consigue sacarlo y lo emplea con él.

El 19 de julio de 1936, mientras las sirenas de todas las fábricas de Barcelona llaman a parar al fascismo, Enric y su madre están entre los que toman al asalto el cuartel de Sant Andreu. Una semana después se va al frente enrolado en la centuria Ascaso con su amigo Josep Gatell. Tiene 17 años y va a chuparse toda la guerra. Formará parte del grupo Petróleo, guerrilla de sabotaje con nutrida presencia de Santa Coloma. Un día van y les levantan 3.000 ovejas en sus mismas narices a los fascistas, que hay mucha hambre. Otro día casi ni lo cuentan intentando volar un puente cerca de Quinto.

Siempre con Gatell, y ya militarizados, combaten en Belchite y Teruel. Cuando la zona republicana queda partida en dos se acercan a Valencia para formar parte de la expedición que parte por mar a defender Barcelona. Los fascistas llegan primero y el barco no para hasta Palamós. Deben ponerse contentos de volver a pisar tierra firme, porque se van a patita hasta Ripoll para contactar con los soldados en retirada. Casañas y Gatell serán parte de esos soldados que se interponen entre las tropas fascistas y la población civil en huida bajo las bombas y la metralla.

Entrará en Francia sin noticias de la fraternité y con un extraño concepto de hospitalité que lo lleva a los campos de concentración de Barcarès, Argelès y una compañía de trabajo. Ocupada Francia por aquellos contra los que luchaban aquellos españoles confinados a los piojos y la humillación, Enric no dudará en colaborar con la Resistencia.

Acabada la II Guerra Mundial y con documentación falsa volverá a Catalunya para ayudar a reconstruir la CNT y ver cómo respira la cosa. La cosa está de derrame pleural de campeonato y en 1951 hace las maletas y se marcha a Brasil con su amigo del alma, Josep Gatell. El Centro de Estudios Sociales de Sao Paulo será el lugar de encuentro de muchos exiliados, como el maestro y pedagogo Joan Puig i Elias, el que fuera presidente del Consell de l'Escola Nova Unificada.

Enric Casañas regresó a Barcelona tras la muerte del dictador, a seguir trabajando en la reconstrucción de la CNT, superando divisiones internas haciendo ejercicios de comprensión. Malos tiempos. Los buhoneros de la transición precisaban liquidar todo movimiento social y de disidencia. Casañas no se rindió y siguió viviendo. Consideraba el anarquismo un acto de vida. Más allá de una idea hermosa es algo que pervive en gestos, actitudes... Así que cuando usted ayude a alguien sin cargar el favor en cuenta, cuando entre en un abrazo o comparta una carcajada, sepa que está rindiendo un sentido homenaje a Enric Casañas y otros como él, aunque no los conozca porque no salen en los telediarios.



http://www.cnt.es/noticias/en-recuerdo-de-enric-casa%C3%B1as-i-piera-militante-anarcosindicalista

En recuerdo de Enric Casañas i Piera, militante anarcosindicalista


Hace unos días falleció el compañero Enric Casañas i Piera a la edad de 96 años. Una de esas personas que por derecho propio forman parte de la historia épica del anarcosindicalismo. Dentro y fuera del país, dentro y fuera de las guerras, dentro y fuera de la cárcel, en la cultura… en la vida, un ejemplo de la búsqueda de ese mundo nuevo que nos impulsa.
Se le recordará especialmente por su condición de combatiente contra el fascismo en tierras de Aragón durante la Guerra Civil española (1936-1939) en el entorno de los grupos guerrilleros anarcosindicalistas dentro de la mítica Columna Ortíz. También había participado en los combates en las calles de Barcelona en la histórica jornada del 19 de Julio de 1936 y sufrido las amarguras del exilio.
Con él se pierden algunos párrafos de un capítulo del libro de nuestra historia en el que toda una generación de mujeres y hombres dibujaron las páginas más brillantes de la historia de la clase obrera.
Buen viento en las velas, compañero.
Apunte biográfico:


http://www.sinpermiso.info/textos/enric-casaas-la-dignidad-de-los-perdedores-que-iluminaron-el-mundo-entrevista





Enric Casañas es un anarcosindicalista de 92 años. La entrevista la hicimos en su casa del barrio de Gràcia. Ha regresado al mismo barrio en que nació después de recorrer medio mundo. Es de los últimos que puede darnos su testimonio de la revolución colectiva de 1936 y de cómo la prepararon. Testimonio del Frente de Aragón, en la 25ª División, la de Ortiz. Testimonio de los bombardeos civiles de los franquistas mientras se retiraban hacia Francia. Enric, junto con 30.000 milicianos, estuvo conteniendo al ejército franquista hasta el final, hasta la frontera, dando apoyo a los de 250.000 a 350.000 civiles que huían.
                 Enric Casañas es uno de los perdedores de la guerra, representante de los cientos de miles de olvidados que no salen en la prensa, menospreciados y calumniados por los medios corporativos. Los perdedores son el pueblo, como suele pasar en las guerras. Y los ganadores, los militares golpistas que se alzaron para mantener los privilegios de una minoría. Los ganadores son los privilegiados de siempre, los militares, los borbones, las multinacionales, los ricos, quienes nos gobiernan y nos explican la guerra a su manera.
                 Enric, con su amigo Josep Gatell, de Santa Coloma, participó en el asalto al cuartel de Sant Andreu, y marcharon juntos al frente de Aragón. Allí también hubieron de exiliarse juntos y sufrir los campos de concentración de Barcarès y Argelers. Y volvieron clandestinamente a España, donde mantuvieron contacto con la CNT y las fuerzas antifascistas. Al comprobar la dificultad de la lucha en el interior, en 1951 legalizaron su situación con la amnistía para prófugos y desertores y se exiliaron en Brasil. Allí siguieron militando en organizaciones libertarias brasileñas y en la CNT. Enric volvió definitivamente a Barcelona tras la muerte de Franco, después de 23 años en el exilio en Brasil.
                 La entrevista la realizó Txema Bofill, investigador social, colaborador de Catalunya-CGT.
¿Para qué revista es la entrevista? 
Para el Catalunya, ¿la conoce? 
Ya lo creo. Si es para el Catalunya, somos compañeros y podemos hablar en confianza. 
Entonces ¿la conoces? 
Sí. Es la revista de Peiró, la única de la CNT que se hacía en catalán. Ha estado mucho tiempo sin salir. ¿Qué finalidad tiene la entrevista? 
Nos interesa que nos expliques tu participación en las luchas de antes y durante la Revolución de 1936, que está muy olvidada y son pocos los que están vivos para recordárnosla. ¿Has escrito memorias, artículos...? 
No he escrito nada. Más bien he hecho escribir. Me preguntan, quieren saber cosas sobre la guerra, la CNT, y yo contesto. 
¿Cómo te hiciste anarquista? 
En mi casa eran de la CNT. Tenía un abuelo federalista. Y un tío, Simó Piera (1), que fue uno de los fundadores de la CNT. Mis padres vivían separados y yo vivía con mi madre, que era de la CNT. Yo he sido siempre de la CNT, pero no fanático, todo lo contrario. El tío Simó era amigo de Salvador Seguí, el Noi del sucre.
¿Lo conociste? 
No, yo era pequeño. Seguí había estado en casa y se hablaba mucho. 
¿Qué te atraía de la CNT? 
La CNT siempre había luchado por la clase trabajadora, para transformar la sociedad. La CNT ha hecho huelgas, las colectivizaciones y animado a formar el pueblo. El tío Simó Piera aprobó las exigencias (bases) de la huelga de la construcción y las puso en práctica). Él, como pequeño constructor, desde el inicio cumplió todo lo que los trabajadores pedían y daba apoyo a la huelga, que duró mucho. 
¿A qué escuela fuiste? 
A la pública de Santa Coloma, donde vivía. Pero la dejé a los trece años para ir a trabajar en un taller. Iba a la escuela racionalista por las tardes. Era la escuela del sindicato. Se llamaba la Casa del Pueblo, que era nuestro ateneo libertario. Era el edificio más grande de Santa Coloma. Habían ido Durruti y García Oliver a dar charlas. Allí conocí a Gregorio Jover (2), que vivía en Santa Coloma. 
¿Qué maestros tuviste en la escuela racionalista? 
José Berruezo (3), un hombre instruido, un compañero, que era el alma de la Casa del Pueblo. Màxim Llorca. 
¿Cuál es tu primera acción que recuerdes? 
El 6 de octubre de 1934 participé en la huelga general. Tenía quince años. Fui con mis amigos a la Plaça Sant Jaume, antes Plaça de la República, donde el president Lluis Companys proclamó l'Estat Català. Por cierto, hay una foto en un diario donde salgo con un compañero que tenía dos años más que yo. Él era más alto, y yo con el cabello rizado, y ahora estoy calvo... Como no había transporte público, tuvimos que ir a pie hasta Santa Coloma de Gramenet. Allí los Mossos nos dieron el alto y hubo disturbios y disparos. Unos días después entramos en el Ayuntamiento y tomamos las armas que los “escamots” de Estat Català y ERC habían dejado el día anterior. Sabíamos dónde las tenían guardadas. Había rifles y otras armas y las llevamos a la montaña y estas armas salieron el julio del 36 contra el golpe de los fascistas y los militares. 
Te detienen al año siguiente y te encarcelan. ¿De qué te acusaban? 
De sabotaje. Nos acusaban de quemar diversos tranvías. Había una huelga de tranvías. Era un conflicto que duró años. La compañía no cedía. Finalmente se resolvió a favor de los trabajadores. 
En los diarios de la época hablan de vuestra detención, un grupo de jóvenes, y la policía a ti te puso el apodo de “el cardenal” 
(Risas) Me pusieron el apodo de “cardenal” a causa del cardenal Casañas. Los Casañas somos pocos, pero no hay parentesco con el cardenal, que yo sepa. Tuve suerte, solían poner apodos peores. 
¿A qué prisión te llevaron? 
A la Modelo. Estuve 17 días incomunicado. Y como me faltaban unas semanas para cumplir los dieciséis, me llevaron al asilo Duran. Hice el viaje al revés. Allí sufrí mucho. Era un reformatorio duro y nefasto de curas malparidos.
El asilo Duran, ¿era tan horroroso como lo pintan? 
Era muy duro. Saliendo del trabajo, te hacían ir a jugar o hacer cosas, y yo dije educadamente que no. Y me dieron una colleja tan violenta que me caí al suelo, donde un grupo de chavales mayores me dio una paliza a golpe de patadas. Tenías que hacer lo que te decían y no pensar. Maltrataban mucho a los menores. 
¿Cuando saliste? 
Mi tío Simó Piera vino a verme y me sacó. Y se hizo cargo de mí. A partir de entonces trabajé para él. 
En un documental hablas de Miquel Badia, el jefe de la policía de la Generalitat conocido por torturar a anarquistas y por detenciones injustificadas. 
Sí, Badia se destacó por perseguir a los anarquistas. Pegaba él mismo palizas a los detenidos. Era boxeador. Lo mataron junto a su hermano el abril de 1936 en la calle Muntaner unos compañeros de la FAI. 
¿Los detuvieron?
A Justo Bueno lo detuvieron en Marsella y lo llevaron de vuelta a España. Franco lo liberó y, cuando sospecharon que había matado a Badia, lo fusilaron en el Campo de la Bota, en 1944.
¿Se preveía un golpe de estado de los militares?
Sí, ya sabíamos que podía haber un golpe de estado contra la República, y nos íbamos preparando. El 18 de julio, la noche antes, fuimos a requisar armas al somatén y a los requetés. Entonces tenía 17 años y estaba en un grupo de afinidad del sindicato de la construcción de la CNT. Había que conseguir cuantas más armas mejor para poder hacer frente al golpe de los militares y para la revolución.
¿Fue fácil desarmar a los miembros del somatén?
Bastante. Sólo hubo un problema, un accidente, el de un industrial de derechas y alcalde, que al desarmarlo y cogerle el camión, se puso nervioso y huyó corriendo. Murió en el tiroteo.
¿El día 19 de julio qué hiciste?
El día 19 de buena mañana sonaban todas las sirenas de todas las fábricas de Barcelona y alrededores. Era impresionante. Participé en el asalto al cuartel de Sant Andreu. Fuimos con camiones. Los soldados que quedaban quedaron desbordados. El pueblo entró en el cuartel. Mi madre también estaba. Yo no la vi. Ella se llevó dos astra. Yo cogí una parabellum cojonuda con cuatro cargadores. Tenía que ser de algún fascista o carlista, de aquellos que entraban en los cuarteles para participar en el golpe de estado.
¿Y qué hicisteis con tantas armas?
Las empleamos para combatir a los fascistas y asegurar la revolución. Nosotros estábamos a disposición de los Comités revolucionarios de cada pueblo, que era el nuevo nombre de los ayuntamientos. En los Comités revolucionarios estaban los diferentes grupos políticos, y nosotros, de la CNT y la FAI.
¿Cuándo decides marchar al frente como miliciano?
Al cabo de diez días me enrolé en la Centuria Ascaso.
¿Qué recuerdas del frente?
Del frente recuerdo muchas cosas. Tenía 17 años e hice toda la guerra. Hubo situaciones muy dramáticas, bombardeos, gente destrozada, traslado de heridos. Estas cosas afectan mucho. Y nos jugábamos la vida en operaciones arriesgadas. Por ejemplo, una noche fuimos a buscar ganado en zona enemiga. Éramos tres grupos y nos acompañaban dos pastores de Belchite. Era ganado requisado por los nacionales. Fuimos hasta Azaila y después a pie toda la noche y conseguimos capturar el ganado de tres corrales, unas 3.000 cabezas, y las llevamos a nuestras filas. Los corderos hacían mucho ruido y a un miliciano se le disparó un arma, y con todo, no pasó nada. Tuvimos mucha suerte. Yo pensaba que no saldríamos de esa.
¿Cómo explicas que los nacionales no se movieran?
Creo que debieron pensar que era un traslado de ellos mismos. No se debieron imaginar de ningún modo que pudieran ser milicianos que les estuvieran robando el ganado. Lo celebramos con Ortiz, el jefe de la división, y otros.
Ésta fue una acción del grupo petróleo. ¿Cuál era vuestra misión?
El grupo petróleo era un grupo guerrillero dirigido por Ernest Herrero, de Santa Coloma, un grupo amplio de inteligencia de unos 37 milicianos, y 12 éramos de Santa Coloma. Participamos en la operación “Comuna Libre”: la conquista de Zaragoza, una operación secreta de la que sólo nos faltaba la autorización. Lo dirigía Saturnino Carod y Manuel Ortiz. Y ni siquiera nosotros sabíamos de qué se trataba, pero lo intuíamos. Se fue retrasando y finalmente no se hizo. En el grupo petróleo había una chica que se llamaba Carme Crespo, la francesa, ya que vino desde Francia para participar en las Olimpiadas Populares de Barcelona y se enroló de miliciana. Estaba con nosotros y la mataron. También al capitán Jubert.
¿Qué aprendiste en el frente?
Aprendimos a caminar en silencio, a orientarnos por la noche, a no hablar, no fumar, a dispersarnos en caso de peligro, a observar, a tomar decisiones, a seguir las órdenes. Nos hicieron oficiales a unos jóvenes, ya que preparábamos la operación de tomar Zaragoza. Antes no cobraba y luchábamos con ilusión. Ahora cobro como oficial republicano. ¡Cosas de la vida!
¿Os afectó la muerte de Durruti?
La muerte de Durruti nos afectó bastante. Hasta unos compañeros, como venganza, fueron a liquidar a unos oficiales franquistas. Fueron reacciones de rabia. Todo el mundo quería mucho a Durruti.
¿Te hirieron o enfermaste?
Herido, nunca. Y enfermo, no lo recuerdo... Desde que estoy vivo he conseguido salir airoso de todas.
La retirada, ¿cómo fue? ¿Cuándo decides marcharte?
En Valencia, con el amigo Josep Gatell, nos sacamos los papeles para ir a defender Barcelona. Por tierra ya no se podía ir. Nos embarcamos y no pudimos desembarcar en Barcelona. Ya estaba en manos de los nacionales y fuimos hasta Palamós. Y de allí, caminando, hacia Ripoll. Nos reenganchamos con los combatientes en retirada que contenían como podían el avance fascista y nos permitieron una retirada menos caótica de lo que ya fue.
Las armas las tuvisteis que librar en la frontera. Fue el signo de la derrota, ¿verdad?
Si, las librábamos, pero muchos conseguimos pasar alguna. Yo pude pasar una pistola que después vendí en el campo de concentración de Argelers por 40 francos. Era muy poco. Se la vendí a un soldado francés entre las rejas. Pude comprar pan y longanizas.
Entraste por Prats de Molló. ¿En cuántos campos de concentración estuviste?
Primero en el campo de Arles. Era un campo de paso. No había nada.
¿Y si llovía o nevaba?
Tenías que aguantarte. Después estuve en el campo de concentración de Barcarès y Argelers. Ya había barracas, hechas por los mismos españoles. También fui al Chateau de la Reynarde, en Marsella, de la embajada de México. Pensábamos embarcarnos para México, pero vino la Segunda Guerra Mundial.
Dentro del campo de concentración, ¿con qué grupo ibas?
Cada uno tiraba hacia el suyo, pero nos juntábamos por afinidad, con los amigos. Entre comunistas y CNT no había demasiada simpatías.
En Brasil, ¿dónde os reuníais los de la CNT? ¿Quién había?
En el Centro de Estudios Sociales (CES) de Sao Paulo, que aún existe, nos reuníamos Puig Elies, que vivía en Porto Alegre y era maestro y pedagogo racionalista, el médico Pujol, mi amigo Josep Gatell, Manuel Pérez, un destacado dirigente de la CNT, y otros que ahora no recuerdo. 
¿Cómo ves el anarquismo en el momento actual?
El anarquismo es comprensión e ir hacia adelante. Hay gente que lo practica y que ni se da cuenta. Son anarquistas y no lo saben. Su manera de actuar es anarquista. De hecho, lo que cuenta son los hechos. Muchos practican el anarquismo sin saberlo. La misma vida hace que una pareja practique el anarquismo a lo largo de la vida. La base es entenderse. La comprensión es muy importante. Y tranquiliza mucho ser coherente y comprenderse. Puedo cambiar de manera de pensar, pero de momento es así.
¿Cómo ves a los trabajadores de hoy en día?
No lo veo muy bien. Lo veo flojo. La parte antifascista la veo despreocupada. La gente no se interesa por las condiciones laborales y los problemas sociales. Nosotros éramos más serios, nos preocupábamos por cambiar la situación, por aprender, por saber, por luchar. No hay conciencia. Los trabajadores quieren las cosas hechas, que el burgués pague y no les molesten, y el burgués, pagando, puede exigir. Las cosas van cambiando. Los trabajadores se mueven poco.
¿Qué se puede hacer?
Ir hacia adelante. Siempre se pueden hacer cosas, diariamente. Si quieres hacer cosas, está en tus manos. A mi estas conversaciones me dan vida. Me gusta responder a las preguntas, explicar que las cosas van cambiando. Lo tenemos que saber.
Notas
(1) Simó Piere i Pagès. Participó en 1919 en el mitin de las Arenas con Salvador Seguí, Miranda, Josep Díaz, Rafel Gironès, donde se reunieron 20.000 trabajadores y acordaron las jornadas de 8 horas y la liberación de los presos por la huelga general de La Canadenca. El gobierno accedió el 3 de abril a la jornada laboral de 8 horas.
(2) Gregorio Jover. Formó parte del grupo Los Solidarios, amigo personal de Durruti, García Oliver y Ascaso. Con ellos participó en las expropiaciones de bancos en Latinoamérica, que sirvieron para montar escuelas racionalistas y bibliotecas. En Santa Coloma fue uno de los animadores de la Casa del Pueblo, centro de formación del proletariado de Santa Coloma.
(3) José Berruezo. Sindicalista y maestro desde 1913 en Marrazón (Murcia) de la escuela raiconalista. Detenido en 1914 por pintadas a favor de Ferrer i Guàrdia. En 1919 emigró a Santa Coloma. Fue el impulsor del sindicato de clase de la CNT. Presidente de la Casa del Pueblo durante la II República, organizó la respuesta al golpe militar del 36.

Enric Casañas es un anarcosindicalista catalán que actualmente tiene 92 años

Traducción para www.sinpermiso.info: Àngel Ferrero


Fuente:
http://blocs.mesvilaweb.cat/node/view/id/193534, 30 de marzo de 2011