dijous, 31 de març del 2016

Franquismo: la represión no es el olvido.


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Artículos de Opinión | Clara Esquena i Freixas* | 29-03-2016 | 

"Las cosas se desvanecían en la niebla, se borraba el pasado [...]. Se borraba incluso el hecho de borrar. La mentira se convertía en verdad"
George Orwell, en 1984.

Después de tantas décadas transcurridas desde la Guerra Civil, la posguerra, la dictadura y la mal llamada Transición democrática -algunos de los prebostes del régimen y sus descendientes todavía detentan el poder- es profundamente perturbador constatar como en España se siguen dedicando esfuerzos ingentes en obstruir la investigación sobre el pasado reciente y, al mismo tiempo, se obstaculizan con perseverancia las acciones legales. Hace poco que la incombustible María Servini de Cubría ha solicitado interrogar en nuestro país a diecinueve imputados por crímenes del franquismo. La tarea de la magistrada no resulta sencilla dado que ya se ha constatado en varias ocasiones como España incumple los tratados internacionales que obligan el arresto y posterior extradición de los imputados por la justicia argentina.
Las críticas que le han llovido al ejecutivo de Mariano Rajoy debido a la negligencia en materia de reparación a las víctimas del franquismo se camuflan bajo el falso pretexto de no querer “reabrir” las heridas del pasado -como si se pudiera abrir algo que nunca se cerró. A través de Pablo de Greiff, relator del Consejo de los Derechos Humanos de la ONU, ya se puso encima de la mesa la “privatización” de las exhumaciones, que se han dejado simplemente en manos de las familias y de las asociaciones. Entre otras cuestiones, De Greiff también criticó la falta de información oficial, los déficits educativos y la nefasta Ley de Amnistía del 77, al tiempo que recomendó que el “Valle de los Caídos” dejara de ser un lugar de exaltación franquista. Recuerdo cuando visité ese siniestro enclave con los compañeros de la escuela, en la EGB, prácticamente como si se tratara de un monumento turístico cualquiera y no como la aberrante glorificación fascista que es. Mientras que en Alemania se divulga la realidad de los campos de concentración para concienciar a la población de la huella del nazismo aquí pasamos por delante de los símbolos totalitarios como si nada. Y si se propone la retirada del nombre de la calles que honran a los verdugos se remueve cielo y tierra con el fin de impedirlo.
Una reprobación similar ha sido expuesta recientemente en un informe del Consejo de Europa, en el que se llama severamente la atención a España por haber olvidado a los golpeados por el régimen de Franco. La ausencia de una cifra oficial de víctimas, la impunidad de los crímenes perpetrados y la limitada aplicación de la “Ley de la Memoria Histórica” son ejemplos de los vergonzosos casos de abandono que allí se enumeran. Con todo, estas informaciones son sólo migajas si las comparamos con la montaña de noticias que podríamos mencionar y que evidenciarían la voluntad insistente de silenciar las atrocidades cometidas. Las consecuencias que se podrían derivar de la labor exhaustiva de investigación harían temblar a más de una vaca sagrada. El mensaje hegemónico que se transmite actualmente es el mismo que nos han inoculado mayoritariamente a lo largo y ancho de nuestra formación académica a aquellos que nacimos después de la muerte del dictador: "Hay que mirar hacia adelante". Implícitamente, se nos machaca con el hecho de que este es el precio que se debe pagar para evitar la supuesta “venganza ciega” de la “masa resentida”, capaz de destruir en un santiamén nuestra convivencia cívica. A diferencia de otros lugares, España es un país tan peculiar que sin el silencio la paz es inviable.
La voluntad de borrar la progresista etapa republicana y la inimaginable represión que sufrieron millones de personas, con el fin de “purificar” la nación y dejarla bien limpia de “rojos”, sigue viva hoy en día, con todos los matices que se quieran. El franquismo se proponía construir una “Nueva España”: católica, militarizada, elitista, uniforme, ahogada hasta el extremo y guiada por un líder que fuera la inspiración de la juventud. La disidencia fue aplastada masivamente y sin piedad: tortura, esclavitud, prisión, fusilamientos, hambruna, violaciones, adoctrinamiento, vigilancia, censura, estigma social, expolio de bienes, robo de niños, delaciones forzosas, represión cultural, etcétera. Un rosario interminable de actos crueles que sin embargo no consiguieron el objetivo de volver amnésicos a los vencidos, a quienes se arrebató incluso el derecho a enterrar y llorar a los difuntos, mientras que los muertos del bando nacional eran elevados a la categoría de héroes y de mártires. De hecho, todavía hoy tenemos que aceptar sin rechistar sus misas laudatorias de inspiración nacionalcatólica porque se supone que en 1936 estalló un conflicto bélico en el que se enfrentaron dos facciones en igualdad de condiciones.
A pesar del terrible daño causado, los recuerdos de aquellos años brotan como en un manantial dado que el deseo humano de reconstruir el pasado para evitar que se repita es imposible de contener. Algunos no estuvieron a tiempo pero hubo otros que llenaron páginas y páginas con sus vivencias o bien las trasladaron a los descendientes, que se preocuparon de recoger y divulgar el valioso testimonio. Aunque en la “Nueva España” se tuviese que fingir otra identidad, las penas sufridas no desaparecieron jamás de la memoria popular. El hecho de evocar los traumas era doloroso pero también representaba una forma de supervivencia y de preservación de la dignidad. Los sublevados vencieron pero no convencieron, tal y como pronosticó Miguel de Unamuno en la célebre frase dirigida al general José Millán-Astray en el paraninfo de la Universidad de Salamanca. La brutal represión no consiguió que se impusiera definitivamente el olvido: la razón venció a la barbarie.
A pesar de todos los obstáculos, hoy podemos afirmar con orgullo que seguiremos luchando hasta que se reconozca la verdad y se haga justicia. Si nuestros antepasados ​​resistieron, nosotros también lo lograremos. Y quién sabe si algún día veremos nacer la Tercera República: un sueño precioso que tampoco consiguieron arrebatarnos.
* Psicóloga
www.clarapsicologia.blogspot...