dimarts, 12 d’abril del 2016

Las últimas horas de Machado.

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El catedrático Jacques Issorel publica «Últimos días en Collioure, 1939» (Renacimiento)

Antonio Machado - ABC
ANDRÉS GONZÁLEZ-BARBASevilla - 10/04/2016 a las 23:13:34h. - Act. a las 23:13:37h.Guardado en:

Mucho se ha escrito sobre los días trágicos que tanto Antonio Machadocomo su familia vivieron en Collioure, en donde fallecieron el poeta y su madre en febrero de 1939, pero siempre aparecen nuevos textos cargados de interés y de novedosas aportaciones. Ese el el caso de «Últimos días en Collioure, 1939 y otros estudios breves sobre Antonio Machado» (Renacimiento), que acaba de publicar Jacques Issorel, catedrático honorario de la Universidad de Perpiñán Via Domitia.
En el primer ensayo de este libro sobre la etapa de Collioure aparecen testimonios de primera mano, como los de Jacques Baills -jefe de estación suplente de Collioure-, Juliette Figuères -dueña de la mercería Artículos de Punto-, José Machado -hermano del poeta-, Matea Monedero -esposa de José-, además de Corpus Barga y otras personas que se refugiaron en Francia con el poeta: Dichos testimonios «no podían cambiar. Son palabrassagradas», aclara Issorel, que pudo conocer en persona a Baills gracias a Josep Maria Corredor, compañero de este catedrático en la Universidad de Perpiñán.
Según el autor, lo nuevo en este ensayo «son detalles sobre personas citadas, sobre el entierro, sobre la polémica acerca de la discutida repatriación de los cuerpos del poeta y su madre a España. También sobre la extraordinaria atracción que ejerce la tumba del poeta, visitada a diario por admiradores, lectores del poeta, alumnos de ambos lados de la frontera y sus profesores».

Fotos inéditas

Asimismo, también se incluyen fotos inéditas o poco conocidas «y dos estupendos dibujos humorísticos de Jordi (Georges Dunyach) y muchas viñetas de una artista amiga, Marie-Thérèse Fabre». En palabras de Issorel, Machado se ha convertido «en una especie de santo laico: le hacen confidencias, le piden ayuda para los exámenes, le escriben poemas, copian poemas suyos. También los visitantes dejan objetos artísticos o no: tierra de España, flores, piedras y maderas grabadas y un largo etcétera».
Otro de los grandes valores de este ensayo es que este catedrático conoció personalmente a Jacques Baills y a Juliette Figuères. «Cada vez que JacBaills hablaba de Machado se emocionaba. El encuentro con el poeta fue el gran momento de su vida. De repente se vio enfrente de un poeta cuyos poemas había copiado a mano en su cuaderno de alumno de clases nocturnas para adultos, que se había aprendido de memoria». También comenta Issorel que fue el mismo Baills quien reconoció a Machado, viendo en la ficha del hotel Bougnol-Quintana -donde él mismo se alojaba provisionalmente por ser jefe de estación interino de la estación de Collioure- «que un viajero había escrito: 'Antonio Machado, professeur' (sic). Le preguntó si era el poeta Antonio Machado y este le respondió: 'Sí, soy yo'».

Recibió un trato cariñoso

Por otra parte, según Issorel, Juliette Figuères -la dueña de la mercería en donde se pararon, tras bajarse del tren, el poeta, su hermano José, la madre de ambos, doña Ana Ruiz, su cuñada Matea, sus sobrinas y Corpus Barga- le dijo al catedrático que «para ella Antonio Machado era como un miembro de su familia». Aunque Juliette ya ha fallecido, Issorel se ve a menudo con su hijo, Georges Figuères. «Tenía solo cinco años en 1939 y obviamente no se acuerda del poeta. En cambio, su padre y, sobre todo su madre, le hablaron mucho de don Antonio, de cuando lo vieron por primera vez, llegando agotado con los suyos de la estación de Collioure, de cuando vino a su casa, etc.. Para Georges, un buen amigo mío, Antonio Machado es un ser que su madre le enseñó a amar».
Reconoce este profesor que Machado y su familia no se relacionaron demasiado con los habitantes de este pueblo francés, excepto con Pauline Quintana -dueña del hotel Bougnol-Quintana-, Baills y el matrimonio Figuères. «En cambio, la gente de Collioure tomó poco a poco conciencia de que en el cementerio descansaba un personaje de mucha categoría, viendo a muchísimos turistas, visitantes, etc., venir a recogerse ante la tumba.
Tras la muerte de Machado el 22 de febrero de 1939, el lector hallará en el libro unas páginas conmovedoras sobre el entierro. Los testigos hablan de que fue sencillo y que el hotel Bougnol-Quintana estaba inundado por españoles, y muchos habitantes de Collioure también se manifestaron. Juliette Figuères se encargó de coser la bandera tricolor republicana que acompañó al ataúd hasta el cementerio.
Machado fue inhumado provisionalmente en un panteón prestado por Marie Deboher, amiga de la señora Quintana. Por su parte, la madre del poeta -que falleció tres días después de su hijo- fue enterrada en una fosa municipal del cementerio de Collioure. Pero un día la familia necesitó usar el panteón. El Comité de Antonio Machado, del que Jacques Baills era tesorero, «decidió entonces lanzar una suscripción a fin de que se construyera una tumba para el poeta y su madre». Era el año 1945.

Casals y Machado

Josep Maria Corredor, que era muy amigo de Pau Casals, le comentó el tema al músico, que quiso correr con todos los gastos personalmente, pero al final se prefirió una suscripción popular. El poeta y el músico jamás se conocieron personalmente, pero el catalán admiraba al creador de «Campos de Castilla». «Para Casals Machado era un modelo de fidelidad democrática, un maestro del pensamiento», dice Issorel.
Al final, la tumbas se construyeron con las aportaciones de Casals, André Malraux, René Chair y Albert Camus, entre otros. También un grupo de estudiantes de español de la Sorbona envió 38.000 francos de la época. Por su parte, el Ayuntamiento de Collioure regaló el terreno. Finalmente, el traslado de los restos mortales de Machado y su madre se produjo el 16 de julio de 1958. Casals quiso tocar el violonchelo en honor al poeta ante su tumba el mismo día de su segunda inhumación, pero la familia quiso algo más íntimo. Al final, el músico regresó a las pocas semanas y tocó en la soledad del cementerio «El cant dels ocells».
Respecto a la visión que de Antonio Machado se posee en Francia actualmente, Jacques Issorel es realista: «Todo el mundo conoce a Julio Iglesias, a Almodóvar, a Zidane y Ronaldo. Pero ¿quién conoce a los poetas, ya sean españoles, franceses o chinos? Excepto a Neruda por el premio Nobel y la película «El cartero», excepto a García Lorca, porque es un caso aparte, no se conoce a los poetas». Eso sí, entre estudiantes universitarios, lectores en español o, «en una palabra, entre la gente culta, Machado es considerado como uno de los grandes escritores españoles del siglo XX. Y no solo eso, sino que a Machado se le tiene afecto porque se sabe que entre su vida y su obra la relación es estrecha, porque su poesía se dirige al intelecto y también al corazón».
Issorel también dedica otro ensayo al último verso que escribió el poeta: «Estos días azules y este sol de la infancia». «Este verso sencillo dice más que un largo poema», admite. «La concomitancia en el verso del demostrativo de la inmediata proximidad 'Estos… este' y de la palabra 'infancia' produce una tensión y expresa el desgarro del poeta entre el ayer de la infancia sevillana y el terrible hoy del exilio». «Todo parece reunido para recobrar la felicidad de los 'días azules' y gozar del calor del sol, pero esta felicidad inmediata (expresada por 'Estos', 'este') queda bruscamente truncada por la palabra “infancia” y por el punto final. 'Infancia', al evocar aquí la felicidad de la lejana infancia sevillana del poeta, expresa, al mismo tiempo, un dolor infinito, el dolor del 'nunca jamás'. El paraíso, que la doble ocurrencia del demostrativo ('Estos... este') hacía tan próximo, es un paraíso perdido para siempre», declara.
Otro ensayo de este libro está dedicado a un soneto de Machado que comienza por el verso «¿Por qué, decísme, hacia los altos llanos…?». Preguntado Jacques Issorel por si esta composición podría ser premonitoria en cuanto al destino final del poeta, éste no lo piensa así. «Es un poema -declara- que pertenece al libro 'Nuevas canciones' (1924), pero en realidad es de la misma vena que los poemas de 'Campos de Castilla' dedicados a Leonor y a su muerte prematura. Es un poema vuelto hacia el doloroso pasado».
Issorel también dedica sendos ensayos a dos personas relacionadas con Machado, Alfonso Reyes y Josep Maria Corredor: «Los dos fueron grandes lectores de Machado, admiradores del hombre, del poeta, del pensador». En ese sentido, dice que Alfonso Reyes -que sí conoció personalmente a Machado - expresa esa admiración de manera extraordinariamente bella: «Aquella poesía […] parece agua para la sed del alma, agua bebida en el manantial, y echado de bruces sobre el suelo».