divendres, 12 de maig del 2017

¿Una guerra entre hermanos?

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jueves, 11 de mayo de 2017


Un tópico habitual sobre la Guerra Civil Española es el de que fue una guerra entre hermanos. Se dice tanto en un sentido literal como metafórico. Es literal cuando se refiere a familias divididas, en las que unos hermanos se unieron a un bando y otros a otro. Es metafórico cuando se refiere a una guerra que enfrentó a compatriotas (hermanos de una familia o comunidad imaginaria, como diría Benedict Anderson: la nación española). 

Ambos significados son confusos y con frecuencia cargados ideológicamente. Pensemos en los hermanos como compatriotas ¿Es más grave que un vecino de Chiclana, pongamos por caso, mate a uno de Vejer de la Frontera, que el hecho de que un ciudadano español le pegue un tiro a un francés, por ejemplo? Desde un punto de vista estrictamente legal y moral, matar es matar. Personalmente siento más simpatía por el concepto universal de hermandad que surgió de la Revolución Francesa (aunque se aplicara muy poco), que por la postura que considera que somos más hermanos o más prójimo de aquel con quien compartimos pasaporte que de alguien que vive al otro lado de una frontera convencional dibujada en un mapa.

Respecto a la segunda acepción, la guerra entre hermanos como un conflicto intrafamiliar, en este caso lo que sucede es que se ha exagerado mucho algo que, efectivamente, se ha dado. Quizá no tanto hermanos biológicos luchando entre ellos como familias divididas. Todos conocemos casos.
Sin embargo, es un fenómeno minoritario en comparación con la confrontación, mucho más frecuente, de unas familias contra otras. La lucha entre familias tiene una explicación sociológica; la lucha entre hermanos biológicos también.

Las simpatías políticas de las familias biológicas del siglo XX en España tenían mucho que ver con su posición de clase. Sería extraordinariamente raro que en una familia de jornaleros andaluces alguien votara a la CEDA y de la misma manera, pocos terratenientes extremeños debía haber afiliados a la CNT. Incluso cuando se dan casos de grupos que traicionan su conciencia de clase, en términos marxistas, como campesinos pobres de derechas, normalmente la afiliación política tiende a darse en bloque, como es propio de sociedades tradicionales en las que lo colectivo prima.

Las diferencias crecen entre las clases medias urbanas, donde la educación y el trabajo incrementan la diversidad sociopolítica. Es aquí donde es más fácil encontrar "guerra entre hermanos". Pese a todo, sigue siendo minoritaria, entre otras cosas porque las clases medias urbanas lo eran. En 1900 en España el 30% de la población vivía en ciudades (frente a un 75% en 1996). 

Los documentos materiales, una vez más, ayudan a desmontar mitos. En este caso, no hay más que observar los múltiples monumentos a los caídos por Dios y por España que todavía se conservan por toda la geografía nacional para comprobar que la Guerra Civil, más que un conflicto intrafamiliar, fue una guerra de exterminio de unas familias contra otras. El brutal testimonio de la estela que ilustra esta entrada, ubicada en Sonseca (Toledo), es tan escalofriante como elocuente. Más allá de la retórica franquista y la ortografía pintoresca, de lo que nos habla este monumento es de una masacre que se cebó en familias completas: Umberto de Ancos, Juan de Ancos, Prudencio de Ancos, Valentín Méndez y su hijo. Cinco personas víctimas de la violencia revolucionaria pertenecientes a dos familias.

Similares testimonios se encuentran en territorio ocupado por los sublevados. Hermanos, hijos, hijas, padres, madres asesinados en la ola de violencia de retaguardia que caracterizó sobre todo los primeros meses de la guerra. Y los mataron no otros hermanos, hijos, padres, etc. sino vecinos o desconocidos. Gente que solo puede denominarse "hermana" en el sentido general de prójimo.

La Guerra Civil con frecuencia alcanzó proporciones eliminacionistas: la idea era erradicar al enemigo ideológico o causarle un daño tan grande como para neutralizarlo para siempre. De ahí esas familias que perecen casi al completo en las hecatombes de la represión. La retórica de la lucha entre hermanos oculta esta realidad. Y oculta algo más: el hecho de que la guerra fue, entre otras cosas, una lucha de clases, incluso si dichas clases no pueden definirse con claridad y de forma homogénea

La idea de la lucha entre hermanos tiene mucho que ver, como hemos señalado en otras ocasiones, con la tendencia a despolitizar la guerra a partir de los años 60. Julián Casanova ha señalado que entonces "la machacona insistencia en la responsabilidad y culpabilidad de las fuerzas republicanas por causar la guerra hizo que muchos historiadores identificaran el necesario alejamiento de esas explicaciones parciales y la objetividad con el reparto general y lo mas equitativo posible de las culpas". Esta postura cambió a partir de los años 80 en la historiografía, pero ha permanecido fuertemente arraigada en la sociedad.

¿Fue la Guerra Civil Española una lucha entre hermanos, pues? Sí que lo fue. Pero no porque lucharan hermanos biológicos contra hermanos biológicos o españoles contra españoles, sino porque cada vez que un grupo de seres humanos toma las armas contra otro grupo de seres humanos se produce una guerra civil. Un fratricidio.